Tras darle unas
cuantas vueltas al asunto y aun a riesgo de ser (como de costumbre) demasiado
optimista, tengo la sensación de que en estos momentos ya estamos en
condiciones de empezar a “cambiar las cosas”.
No va a ser
cuestión de un día, ni de un golpe de efecto.
Ni tampoco será un
único actor quien pueda adjudicarse el protagonismo, sino más bien todos
nosotros, tirios y troyanos, quienes, tras mucho pelear, insistir y transigir
en unos casos, o cómodamente sentados ante el televisor sin querer “mojarnos”
en otros, hemos provocado el mar de fondo que en estos momentos empieza a agitar
la superficie de nuestra vida política.
Ya iba siendo hora.
Porque durante todo
este tiempo en que unos han estado sesteando y otros (entre los que me incluyo)
predicando casi en desierto, el neoliberalismo -disfrazado de “ciencia exacta” y
corrompiendo moral y materialmente a nuestros gobernantes, ha logrado atrasar
el reloj de la historia (los derechos sociales y la Libertad) hasta situar el
calendario, poco más, o menos a comienzos del siglo pasado (hablo de 1900).
Y así, mientras
unos creían afanarse “en lo suyo”, importándoles poco “los demás” y otros (algo
más conscientes del saqueo) malgastábamos nuestro tiempo en dilucidar si eran
galgos o podencos, hemos llegado a hoy con casi menos derechos y libertad que
la que nos dejaron nuestros padres y con unas perspectivas de futuro bastante
más negras.
Pero
afortunadamente no sólo es que “aún estamos a tiempo” sino que además, por
primera vez en los últimos 40 años volvemos a estar “en condiciones”.
Y nuestro país es
en estos momentos un “punto caliente”
que puede acelerar (o retardar) el proceso.
En todo caso, si no somos
demasiado necios, en esta ocasión parece que se están atando los cabos
necesarios para afilar el bisturí con el que extirpar, democráticamente y sin
violencia, toda la inmundicia, moral, política y económica que -como un tumor
maligno- ha colonizado nuestras instituciones, está amargando nuestra existencia
y sembrando de minas el camino de nuestro futuro y el de nuestro hijos.
La respuesta ya no
es individual sino cosa de todos.
Y estamos en
condiciones de recuperar esa hoy negra vergonzosa y maloliente Europa de los
mercaderes, los ladrones, los comisionistas y los intelectuales y políticos “a
sueldo, o pesebre” para convertirla, otra vez, en un empeño de Libertad, Igualdad
y Fraternidad, añadiendo ahora (por la cuenta que nos tiene) el respeto al
territorio que pisamos.
La herramienta está
construida y se llama “UN MANIFIESTO POR LA DEMOCRATIZACIÓN DE
EUROPA” (DiEM-25)
Recomiendo su
atenta lectura y, si se está de acuerdo con su contenido, la divulgación de sus
propuestas y también, quien pueda y quiera, el apoyo económico para la
organización de la “conferencia europea” que previsiblemente se desarrollará en
Madrid, los días 19, 20 y 21 de febrero. “Plan B Europa”
Pongámonos a ello.
Saludos.
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