Hace algo más de dos años, ante
las primeras noticias (publicadas) de la posibilidad de que, además de la (por
aquel entonces medio empantanada, y hoy casi concluida) ampliación del Canal de
Panamá, Nicaragua (o más bien sus gobernantes) estaba negociando la
construcción de otro mucho más largo y bastante más “ortopédico”
en su propio territorio, un servidor
se preguntaba si los intereses de
terceros países no terminarían dividiendo al país, como ocurrió con Colombia, cuyo Departamento (Provincia) de Panamá se
independizó el 4 de noviembre de 1903 con la
ayuda de los EEUU que reconoció al nuevo país el 6 de noviembre
y, a los pocos días, firmó un tratado que les concedía a los propios EEUU el
derecho a construir y explotar del futuro canal “a perpetuidad” por un puñado
de dólares.
De hecho en junio de 2013,
además de la ya inciada ampliación del Canal de Panamá, eran hasta tres los canales que distintos países
y operadores andaban proponiendo a los gobiernos
de Nicaragua, Honduras y Guatemala, alguno de ellos como el de Guatemala
incluyendo un tramo de 390 Km. de “canal seco” (Eufemismo para designar un
tramo ferroviario en el que las mercancías viajarían en tren.
Mucho me temo que, como ya intuía
un servidor en junio de 2013 “las cosas no pintan bien” para los ciudadanos
nicaragüenses (durante los próximos 116 años)
Por si alguien tiene interés en
conocer los datos elementales de toda esta demencial historia vuelvo a remitir al
personal al texto del 18 de junio de 2013 en el que hice alusión a este asunto.
Viene la cosa a cuento porque,
por un lado, nuestros supuestos representantes (cada día nos representan menos)
se están dando un baño de publicidad en París pretendiendo vendernos su
preocupación por el medio ambiente, mientras gestionan y pactan el retraso de
la puesta en marcha de cualquier mediada que moleste a los grandes
contaminadores y sus perspectivas de negocio; Y, por otro, porque en estos días
parece materializarse la amenaza de que el gobierno nicaragüense repita la
tropelía que hace ya más de cien años cometió el gobierno títere de la entonces recién independizada
(por la fuerza de las armas de los EEU) Panamá.
Con independencia de estar o no
de acuerdo con el planteamiento de quienes se oponen a este nuevo atentado medioambiental
y tropelía política de un gobierno en detrimento de los intereses de sus
ciudadanos, vale la pena leer este artículo de lamarea.com en el que se cuentan
los entresijos de este aparentemente turbio negocio.
Saludos.
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