Una
vez más (y ya van muchas) voy a perder otra bonita ocasión de quedarme callado.
Pero
de todos modos, a estas alturas, ya me es muy difícil caer más bajo en la
clasificación de “adivino”.
Digo
esto porque, según pasan las horas y por lo que voy oyendo y leyendo, tengo la
sensación de que con el referéndum de la Independencia en Escocia va a pasar lo
que con los 5 escaños de Podemos en las pasadas elecciones europeas; Que nadie
se lo creía mientras iban conociéndose los resultados.
Como
es de todos sabido (y para quienes lo ignoren lo aclaro) un servidor es
bastante alérgico a los nacionalismos porque considera que, salvo excepciones,
cumplen el mismo papel que la religión (son los cabestros que tiran del
rebaño).
Sin
embargo, es tal la burricie y desmesura de quienes en los últimos tiempos se
empeñan en tapar la boca a sus adalides (los del independentismo, o soberanismo
en su versión baja en calorías) que incluso gentes como yo hemos terminado por
mirarles con simpatía.
Con
la simpatía natural que provocan quienes ven tapada su voz por los rebuznos de
los más fuertes.
Con
la simpatía que provocan los colectivos a los que no se les permite ni siquiera
que propongan preguntar si alguien más está de acuerdo con ellos.
A
estas sinrazones, que cargan de razón moral a los independentistas, hay que
añadir que -visto el pelaje de nuestros gobernantes y nuestras instituciones (nacionales
y europeas)- nos entran ganas de “separarnos” incluso a quienes creemos que la
solución pasa por ir juntos.
Yo,
si pudiera, me separaría de esta España cutre, prepotente, depredadora y
meapilas que me han montado, unos con su connivencia y “terceras vías” y los
otros directamente con su caradura y su rapiña.
Y
en cuanto a Europa, esa Europa que pudiera dar el visto bueno como Comisario a
un machista, robaperas, comisionista y depredador medioambiental, mis
sentimientos son los mismos.
Por
eso pienso que esta noche pudiera ocurrir que alguien, de entre el público,
gritara que “el rey está desnudo”.
Y,
de repente, todos esos que amenazaban hasta hace unas horas con echar a los
escoceses de Europa (igual que iban a borrar a los argentinos del mapa) se
encuentren teniendo que mendigar que no se vayan.
De
hecho ya lo están haciendo, ayer con amenazas, hoy con promesas de soborno y
quizá mañana con el pánico que provoca a los matones el saber que la gente ha
descubierto que el tigre era “de papel”.
Mañana
sabremos algo más, pero el ambiente (sea cual sea el resultado) es de tormenta
a ambos lados del Canal de la Mancha.
Y
a nuestro D. Mariano le deben estar temblando las canillas.
Y
lo malo del caso es que, aunque mi sentido común me dice que los nacionalismos
no son en general buenos, puede que me alegre si esta andanada
independentista ayuda a tumbar la muralla de mentiras, egoísmos, turbios
intereses y saqueo de derechos y patrimonio público que el mundo financiero y
gran empresarial han levantado para proteger y ampliar su cortijo.
Si
yo fuera inversor en bolsa, mañana compraría “papeleras”; Porque pudiera ser
que el precio del papel higiénico termine disparándose.
De
todos modos duerman ustedes tranquilos que -que yo recuerde- jamás en mi vida
he atinado con una predicción.
Esto,
supongo que no es más que un desahogo. (Y ganas de enredar)
Saludos.
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