Anoche,
en vísperas del cierre de las urnas, cumplí religiosamente con mi costumbre de
hacer un pronóstico equivocado.
Nadie
podrá negarme la más absoluta fiabilidad (en el error).
Hoy,
a toro pasado, podríamos reinterpretar aquel viejo chiste que decía:
“hay
que ver lo que son las cosas; pensábamos que íbamos a ganar “los de izquierdas”
y finalmente hemos terminado ganando “los de derechas”.
Lo
que ocurre es que, en este caso, lo cierto es que (en mi opinión) todos hemos
salido ganando.
Me
explico:
Los unionistas, porque han conseguido más votos y han evitado, por algún tiempo la
posibilidad de una “secesión”.
Los
independentistas, porque han demostrado que son muchos. Y, sobre todo, porque
quizá van a conseguir más ventajas prácticas que las que les hubiera deparado
la independencia.
Pero
sobre todo, somos los ciudadanos (los escoceses y el resto de los europeos)
quienes salimos ganando con esta demostración de lucidez (una gran parte de los
ciudadanos no quiere aventuras), de tolerancia (no parece que el resultado vaya
a desatar odios africanos entre unos y otros), de implicación en los asuntos
políticos (votó más del 80 % del censo) y de respeto por la opinión ajena (resuelven
las discrepancias mediante una consulta cuyo resultado respetan).
Además,
los más ignorantes, hemos aprendido que ese estado que oficialmente se llama
"Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte" (y que solemos llamar
Inglaterra), está compuesto por cuatro países que son: Escocia, Gales,
Inglaterra e Irlanda del Norte (La república de Irlanda, que se ubica en una
isla al suroeste de Irlanda del Norte y al Oeste de la Gran Bretaña, no forma
parte del Reino Unido).
Y,
finalmente, para redondear el ejemplo de buen hacer, el Ministro principal de
Escocia (Cargo equivalente al del Molt
honorable en Cataluña), Sr. Alex Salmond ha anunciado su dimisión.
Produce
envidia el ver que en ese país, pese a la burricie de algunos (Como el Sr. Cameron)
la prepotencia y el matonismo de otros (Las grandes empresas amenazando con abandonar
el país) y los “faroles” y el intento de
extorsión de las instituciones europeas (Os echaremos de Europa), los escoceses,
aunque tensos y preocupados (supongo), se han limitado a votar lo que a cada
cual le ha venido en gana, tras escuchar las prédicas de los voceros de uno y
otro bando.
Y
estoy convencido de que igual que ha salido “el NO” y no ha pasado nada,
tampoco hubiera pasado nada (a los escoceses) si hubiera ganado “el SI”.
Aunque
es muy probable que, en ese caso, quienes estuvieran de los nervios fuesen el
Sr. Cameron y Bruselas por haber dicho cosas que obviamente no iban a poder
cumplir.
Increíblemente
este escenario, pacífico y democrático, nada tiene que ver con el que nuestro
gobierno central está propiciando en relación con Cataluña.
Lo
más probable es que, ante una consulta celebrada en parecidos términos, el
resultado fuera igualmente “NO” (entre otras muchas razones porque Cataluña ya
tiene actualmente muchas más competencias que las que les vayan a dar en el
futuro a los escoceses).
Sin
embargo, la cerrazón de la derecha mostrenca española, con el mostrenco de
nuestro presidente a la cabeza, están decididos a impedir que nadie pueda abrir
la boca.
Y
por eso, mucha gente como un servidor que, ni somos nacionalistas, ni nos gustan
los nacionalismos, terminamos simpatizando con sujetos como el zascandil de D.
Oriol Junqueras (Capaz de colaborar en la aplicación de una política “de
derechas” persiguiendo la zanahoria de la improbable independencia) o trileros y
mercachifles políticos como D. Artur Mas y su Conveniencia y Unió (Capaces de
sostener simultáneamente una cosa y su contraria para seguir en el poder y,
quizá, recaudar el 3% de todo lo que mueve su administración).
Simpatizamos
con estos sujetos, simplemente, porque son medianamente educados y porque a la
postre (pese a las bravatas previas) lo único que piden es “que se les escuche”.
Por
eso, algo que debiera parecernos una cosa tan normal como ha sido el referéndum
de Escocia, a algunos nos produce envidia y nos parece un ejemplo a seguir.
Saludos.
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