No,
no estoy enajenado.
Y
tampoco estoy expresando un deseo personal.
Simplemente
estoy constatando que, en principio, el Sr. D. Felipe de Borbón tiene muchas
posibilidades de permanecer “en el cargo” bastante más tiempo del que muchos
quisiéramos.
Parece
evidente que, tras el “recuento de daños” de las pasadas elecciones europeas
los poderes fácticos (nacionales y foráneos) han visto las orejas al lobo de la
desafección ciudadana.
Dado
que los dos grandes partidos (PP y PSOE) no han alcanzado ni siquiera el 50% de
los votos emitidos y teniendo en cuenta que la aprobación de las Leyes
Orgánicas requiere el voto de la “mayoría absoluta” del Congreso “La
aprobación, modificación o derogación de las leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta
del Congreso, en una votación final sobre el conjunto del proyecto” (Art. 81.2
de la Constitución), han decidido no correr ningún riesgo y acelerar la
defenestración de nuestro impresentable monarca.
Y lo hacen porque, aunque en
teoría, los monarcas son poco más que unos simples pintamonas, parecidos a los
Magos de Oriente de las carrozas de el Corte Inglés, a efectos prácticos son un
sólido muro de contención frente a cualquier posibilidad de cambio en la
estructura de poder de sus respectivos países.
Por
eso no pueden arriesgarse en que en un futuro, entre los malos resultados de
los dos grandes partidos, el escaqueo de los nacionalistas (me ausento, o me
abstengo) los votos de los pocos republicanos confesos (IU, ERC, Podemos y Equo)
y -sobre todo- la posibilidad de que algunos diputados del PSOE decidieran
“votar en conciencia” (o tuvieran cita
en el médico el día de la votación) hicieran descarrilar el trámite sucesorio.
Así
que, de momento, los republicanos nos podemos dar por jodidos.
D.
Felipe será coronado rey de la Españas entre los vapores de incienso de unos
medios de comunicación devotos (o simplemente “comprados”) y la indiferencia de
la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Porque
-no nos engañemos- los que estamos -de verdad- en contra, somos muchos menos de
los que creemos.
Y
tampoco ayuda mucho el que, en las concentraciones y manifestaciones convocadas
para pedir un referéndum, se aproveche para ciscarse en la Troika y el FMI,
pedir la libertad de los detenidos y clamar por el impago de la deuda.
Peticiones todas ellas muy respetables y legítimas (que yo también suscribo)
pero cuya mezcla solo sirve para desvirtuar y hacer inefectiva (y poco
atractiva) la reivindicación principal.
Y,
además, a la mayor parte del personal les preocupa mucho más el mundial de
Brasil que este festejo de la sucesión.
En
todo caso yo no me rindo.
Sigo
pensando que es indigno que me represente un sujeto que adquirió el derecho por
vía venérea y seguiré insistiendo en que “no estoy de acuerdo”.
Por
otra parte coincido con el diputado Alberto Garzón en que, con un poco de suerte,
los ciudadanos podamos finiquitar esta antigualla antes de lo que algunos
suponen.
Vale
la pena leer la entrevista.
Saludos.
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