Estamos
a 29 días de la jornada en la que tenemos que decidir “qué hacer con nuestro
voto”.
La
primera disyuntiva es obvia: “Votar”, o “No Votar”.
Un
servidor, aunque considera que cualquier decisión en ese sentido es
perfectamente respetable y argumentable, ha sido siempre de la opinión de
acudir a votar en todas y cada una de las elecciones que, desde el 15 de junio
de 1977, se han convocado.
Y
quiero dejar claro que jamás -ni siquiera en aquellas- me hice demasiadas ilusiones
sobre los resultados esperables.
Fui
a votar simplemente para darme el gusto de ejercer ese derecho que me había
estado vedado.
Fui
a votar para hacer saber a mis vecinos que, aunque muy probablemente mi elección
no coincidía con la suya, entendía que la forma de organizarnos civilmente era
respetar esas reglas de juego.
Fui
a votar porque, aunque ya sabía que nada
es perfecto, confiaba en que aquellos a quienes entregaba mi voto me
representarían con dignidad e intentarían promover la política con la que me
identificaba.
Fui
a votar, en esa y en todas las demás ocasiones porque no quería que mi ausencia
favoreciera a quienes más detesto por inmorales, chaqueteros, o marrulleros.
E
iré a votar el próximo domingo 25 de mayo porque, aunque una gran parte de la
clase política que nos administra es impresentable y corrupta, no quiero
dejarles libre el campo parlamentario sin intentar que, al menos, tengan en
frente a alguien que haga oír mi voz.
Y
lo hago sabiendo que el Parlamento Europeo que elegiremos es -de momento- algo así como un balneario al que acuden los
señoritos de buena familia a negociar los intereses de sus padres y padrinos
mientras los ciudadanos les pagamos el alojamiento y la pensión completa y son
una minoría los parlamentarios que trabajan al servicio de sus ciudadanos.
Si
alguien ha leído hasta aquí, mucho me temo que le habré desanimado de ir a
votar, si es que ya no lo estaba.
Pero
la realidad es que el poder de este entramado de intereses que nos asfixia y
extorsiona se lo hemos dado los ciudadanos con nuestra inhibición de las
cuestiones públicas.
Mientras
veíamos el modo de tener un coche o un piso más grande que el del vecino.
Mientras lo único que nos importaba era nuestro convenio colectivo.
Y,
si era posible, ascender profesionalmente, aunque fuera pisando la cabeza de
nuestro compañero.
Y,
en la medida de lo posible, escaquearle
unos dinerillos a hacienda.
Y,
deleitarnos con los rebuznos del sistema cuando arremetía contra los
funcionarios, los maestros, los servicios y las empresas públicas. “Porque eran
un nido de vagos y enchufados” y además nosotros “íbamos por lo privado”.
Mientras
nos comportábamos tan necia, insolidaria e irresponsablemente, los “capitalistas”
(que etimológicamente -y en la práctica- son las personas que pueden vivir simplemente de las “rentas”
obtenidas del trabajo ajeno) se adueñaron de las instituciones, compraron (con
dinero o con halagos) las voluntades de políticos e intelectuales y -al
principio a base de trampas (jurídicas y democráticas) y ahora a base de
amenazas y extorsión- se están dedicando a liquidar no sólo el patrimonio y los
servicios públicos, sino también los derechos individuales y colectivos de los
ciudadanos.
Por
esa razón, y porque soy tengo clara mi incapacidad para echarles en este mismo
instante, es por lo que iré a votar para evitar que sigan consolidando su poder.
Aunque
realmente soy consciente de que lo más importante es comportarme a diario de la
manera que más les duele y les daña que es despreciando sus señuelos, exigiendo
mis derechos e intentando comportarme “decentemente”.
Una
cosa no quita la otra.
Y
por eso iré a votar para intentar evitar (si es posible) el que la cosa termine
“a palos”.
Porque,
como ya he comentado en alguna ocasión, en ese trance, el mayor daño lo terminan sufriendo los
de abajo.
A
día de hoy sabemos que hay 41 candidaturas presentadas; Pero, según la Junta
Electoral Central, 20 de ellas presentan defectos y no será hasta el próximo
lunes cuando sepamos cuántas son las admitidas.
En
2009 fueron un total de 35.
Saludos.
Recopilatorio
Elecciones Europeas:
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