Hace
un par de días en elEconomista.es insertaban el siguiente “escandaloso”
titular:
Llamó
inmediatamente mi atención porque, desde hace ya algunos (bastantes ) años vengo
defendiendo, con la desaprobación de mis amigos, la necesidad de incrementar la
presión fiscal en nuestro país.
No
es una cuestión de ideología, sino -como digo en el título- de simple sentido común.
España
tiene una presión fiscal notablemente inferior a la media europea y, aunque soy
de los que opinan que Europa (la actual) no es un modelo de nada edificante y
además tampoco es un modelo económico sostenible a largo plazo, me inclino (de
momento) por la conveniencia de armonizar algunas de nuestras costumbres con
los usos de los países de nuestro entorno.
Y
una de ellas es precisamente la de “pagar impuestos”.
Como
somos bastante necios (además de un poco golfos), cada vez que se habla de
pagar impuestos nos acordamos de la retención en la nómina y del impreso del
IRPF que “nos salió” a pagar, o nos devolvió menos dinero del que nos
retuvieron.
Y
ese es todo el entendimiento que tenemos de lo que son los impuestos.
Obviamente
desde tan estrecha visión, la simple mención de una subida de impuestos nos
encabrona.
Y,
sin darnos cuenta, les hacemos el trabajo (sociológico) a todos los “emboscados
fiscales” que a golpe de “exenciones”, de “rendimientos del capital mobiliario”,
de “Sicavs”, de “tributación por módulos” y de “rebajas de las cotizaciones
sociales” engordan sus cuentas (a veces verdaderas fortunas) con el dinero que
no pagan al erario público. (Y en absoluto estoy hablando de los defraudadores,
porque ese es otro asunto).
A
casi nadie se le ocurre pensar que se podría incrementar muy notablemente la
recaudación (presión fiscal efectiva) simplemente haciendo pagar a los que, con
el beneplácito de la legislación y sin defraudar legalmente, no pagan lo que
sería de justicia.
Es
más: Podría aumentarse la presión fiscal y a la vez reducir la que soportan las
rentas del trabajo.
Cuento
todo esto porque me ha alegrado sobremanera saber que los ciudadanos de un país
como Suecia con un nivel impositivo elevado, estén empezando a “recular” en la
senda de glorificar las rebajas fiscales, una vez que han comprobado que “tacita
a tacita” los gobiernos de la derecha y los socialdemócratas (que se comportan
de un modo muy parecido) les están robando “el país”.
Ese
país en el que las necesidades y derechos básicos de los ciudadanos (sin apenas
distinciones) están garantizados por el “salario
colectivo” (Hermosa expresión
que he leído hace unos días al profesor V. Navarro, para designar los impuestos)
Dejemos
de aplaudir como imbéciles el saqueo del Estado y exijamos un aumento de la
presión fiscal acompañado del reequilibro en el reparto del esfuerzo.
Seamos
conscientes de que “milagros” como el de la tarifa plana de las cotizaciones a
la Seguridad Social, aparte de meter dinero en el bolsillo de las empresas
(hoy) dejará un agujero en las cuentas de la Seguridad Social (mañana) que, de mantenerse,
la convertirán en verdaderamente inviable, tal y como vienen profetizando (sin
éxito hasta hoy) “los 100 economistas”, los bancos y las compañías de seguros,
que babean desde hace muchos años con el sólo pensamiento de meter la pezuña en
unas cuentas (las de la Tesorería General de la Seguridad Social) que manejan (solventemente
y sin pagar comisiones) algo así como el 37% de los Presupuestos Generales del
Estado.
Y
que además constituyen la espina dorsal de nuestro estado de derechos sociales.
Saludos.
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