Aunque
periódicamente me hago el propósito de no entrar a las discusiones “en caliente” (fundamentalmente por no tener excesiva
confianza en la solvencia y el rigor de mis propias opiniones) a veces no me
queda más remedio que abrir la boca, aún a riesgo de equivocarme por falta de
perspectiva.
Este
es el caso de la actual huelga (parcial) de recogida de basuras de la ciudad en
donde vivo, Madrid.
Efectivamente
no es plato de gusto encontrarse las calles (unas más que otras) alfombradas. no
ya de hojas otoñales, sino sobre todo de bolsas de basura y cajas de cartón
vacías.
Lo
que me indigna no es la huelga, sino el hecho de que el pirómano que desató este
“incendio” ahora se dedique a rasgarse las vestiduras y a pretender calentarnos los cascos a los ciudadanos enfrentándonos
a unos trabajadores (en general mal pagados) que lo único que defienden es su
puesto de trabajo y que no les roben parte de su salario para garantizar el beneficio
de los propietarios de unas empresas irresponsables.
Empresas
que, para adjudicarse las concesiones, realizaron ofertas temerarias cuyo cumplimiento
sólo podía llevarse a cabo, o bien incumpliendo las condiciones que ofertaron,
o bien restando el dinero necesario a quienes curiosamente no parecen ser parte
de dichas empresas (los trabajadores) y que son precisamente los que realizan
el trabajo que justifica dichas adjudicaciones.
El
pirómano en cuestión no es otro que la Alcaldía (alcadesa, en este momento) que
nos vendió la idea de que dicho servicio sería mucho mejor gestionado por la “iniciativa
privada y, además, nos iba a ahorrar gastos.
La
realidad es que no sólo no ha habido tal ahorro, ni tampoco se han respetado
los compromisos de mantenimiento de las plantillas, sino que, además, se han
empeorado notablemente la calidad del servicio a la vez que las condiciones
laborales de quienes lo realizan.
Por
eso no me vale que la señora alcaldesa pretenda ponerse de perfil o echar
balones fuera.
La
responsabilidad de garantizar ese servicio es suya.
Y
conmigo que no cuente para enfrentarme a los barrenderos (oficio noble como
otros muchos).
Todo
lo contrario: digo la que D. Luis Arroyo hoy en Infolibre:
E
invito a quien esto lea a hacer lo mismo.
La
puñalada que hoy pretender dar a los derechos de esos trabajadores es la misma
que (si lo consentimos) mañana darán a otros y, tarde o temprano, a nosotros
mismos.
Pero
sobre todo es una gran injusticia y sería un notable despropósito si no fuera
porque forma parte una muy cuidada estrategia de amedrentamiento y
precarización de los ciudadanos para que, muertos de hambre y de miedo,
supliquemos unas migajas a quienes hoy roban nuestros derechos.
No pienso entrar a ese juego.
Y
conviene tomar nota de que, tal y como alguna gente ha señalado, estas mismas
empresas son las que están tomando el control de la limpieza y los servicios de
hostelería de la sanidad pública.
Y dos
apuntes más:
Esas
empresas que hoy quieren rebajar salarios y reducir plantillas han declarado
1.346,4 millones de euros de beneficios en los 9 primeros meses de este año.
Y, por si esto fuera poco, hoy nos enteramos de que
el ayuntamiento de León (del Partido Popular) afirma haber ahorrado casi la
mitad del gasto desde que ha vuelto a gestionar directamente este servicio.
Meditemos, hermanos.
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