Serán
pocas las personas que no hayan visto la película ¡Qué bello es vivir!.
dirigida por Frank Capra en 1946 y protagonizada por James Stewart.
Tiene
el mismo sabor a “buenismo” y “final feliz”.
Y,
al igual que la película, nos alegra incluso a quienes “nos las damos” de
escépticos y realistas.
Sin
embargo no veo razón alguna para no esperar que, tal vez, a estas alturas, los
ciudadanos ya estemos empezando a sacar algunas conclusiones sobre ese atraco
que llamaron “crisis”.
“Crisis”
que no era más que la osadía y la
desfachatez de unos ladrones (el mundo de las finanzas y las grandes empresas
transnacionales) que, cuando vieron que nadie les iba a llevar a la cárcel (ni
a la quiebra) por haber volatilizado los ahorros de los ciudadanos convirtiéndolos
en “papelitos” que valían menos que el propio papel en el que estaba impresos,
decidieron que era el momento de dar un paso más y obligarnos a todos a pagar "su" desastre.
Y
de paso, además de hacernos reponer el dinero (nuestro) que faltaba en la caja
y ellos volatilizaron (en sueldazos, dividendos y paracaídas dorados), nos
culpabilizaron por “manirrotos” y nos condenaron a entregar nuestros derechos, nuestro
pellejo y nuestras ilusiones para seguir manteniendo en pie el mismo tinglado
que arruinó el “estado social” (de los escasos países ricos que lo teníamos).
Quizá
habría que esperar que, llegados a este punto, las “personas normales”, en lugar de
aplaudir la expulsión de los inmigrantes o la rebaja de sueldos de los
funcionarios y, a continuación (en el secreto de la cabina electoral) volver a
votar a los tramposos y deshonestos que nos trajeron hasta aquí, seremos muy al
contrario capaces de (también, sin que nadie lo sepa) hacer las cosas bien, echar
una mano a nuestros vecinos y alegrarnos y trabajar para que a otros les vaya
mejor.
Y,
además, y no menos importante, negarles el pan y la sal (electoral) a quienes
nos han engañado y se han convertido en cómplices del saqueo de nuestras vidas,
ilusiones y derechos.
¿Por
qué no?.
Yo,
que me considero una persona normal, lo
tengo bastante claro.
La
democracia está en apuros y está esperando que la gente normal acuda "a su casa"
a rescatarla de las garras del “Sr. Potter” (FMI, BCE, Troika, . . . ).
Y
espero que, en esta ocasión, hecho esto (que supongo se hará), a continuación, nos ocupemos de
meter entre rejas al Sr. Potter.
O,
al menos, ponerle un bozal de acero y cortarle las uñas (o, mejor, las manos)
Saludos.
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