Alguno supondrá (con razón)
que me estoy refiriendo al nuevo varapalo judicial (llueve sobre mojado) que
supone la admisión del recurso del sindicato AMYTS.
Y efectivamente, parece que,
últimamente, al señor consejero le crecen los enanos.
Sin embargo el “problema” al que me
refiero es de índole muy distinta.
Y, a mi entender, muchísimo más
grave.
Me explico:
He asistido (como
oyente, porque no he querido intervenir) a la asamblea informativa convocada
por AFEM.
Y, después de cuatro horas y
diez minutos de escuchar las distintas intervenciones, he sacado la conclusión
de que la externalización de los 6 hospitales presenta un color más negro que
el sobaco de un grillo.
Lo digo porque, aunque es
evidente que el cambio de abogados ha suscitado algunas discrepancias entre los
médicos, la sensación que he sacado es que, el colectivo allí presente
(médicos mayoritariamente) tenía muy claro que, igual que en su día
delegaron en la junta directiva para elegir el bufete de abogados (López
Rodó – De la Cruz Ferrer), tenían que aceptar como buena la decisión de 10
de los 12 miembros de la misma junta directiva de rescindir dicho contrato y
cambiar de abogados.
Ha sido una asamblea, larga (250
minutos) pero no tediosa (ni cainita), en la que los discrepantes han
tenido ocasión de explicarse y han sido aplaudidos y respetados por la práctica
unanimidad de los asistentes (unas 600 personas, que debe ser el “aforo” de
butacas del salón de actos).
Y todos, sin
excepción, les han reconocido su dedicación, sus conocimientos y, a la
vez, les han venido a decir que, en todo caso, tan válidos para la asamblea
eran sus planteamientos como los del resto de la junta directiva, pero con la
diferencia de que los discrepantes eran dos y el resto diez y, por tanto, como
confiaban plenamente en ellos aceptaban la decisión del cambio de letrados.
Sin pretender vanagloriarme debo
decir que, por razones de trabajo, creo tener “alguna” experiencia en
asistir a asambleas e intervenir en las mismas (posiblemente bastantes más
de 300) y me considero capaz de detectar un “pucherazo” asambleario (no
es demasiado difícil para quienes dominan “la técnica”) y, como digo, este
no ha sido el caso.
En mi opinión lo que se ha producido
es un simple choque de trenes (de egos, más bien) entre una
docena de personas que desinteresadamente se han dejado el pellejo para llevar
a buen puerto toda la fuerza y responsabilidad que sus compañeros de profesión
(y la sociedad en general) ha puesto en sus manos.
Y en esas circunstancias resulta
normal que cada uno defienda “a muerte” sus propias opiniones.
Y también, aunque no
sea deseable, es normal que, quienes -por conocimientos y posible
mayor dedicación- entienden que han aportado más que el resto, se
resistan a ver desechados sus consejos.
Ese era todo el problema.
Y, aunque desde el patio de
butacas algunos asistentes se han empecinado en darle cuerda al “agravio” y
pedir una votación, ha sido muy clara la decisión de los asistentes de
limitarse a pedir, a todos (los 12) que siguieran trabajando, a
reconocer y agradecer su esfuerzo y (lo han dicho bien claro algunos
intervinientes) manifestar su total respaldo y confianza a la actual junta
directiva.
Por todo lo antedicho es por
lo que pienso que el Sr. Fernández-Lasquetty debiera tener muy serios motivos
de preocupación. Por, al menos, estas tres razones:
1
Porque
los médicos no están divididos (aunque algunos quieran dividirles,
o hacernos creer que lo están).
2
Porque
su horizonte no acaba en la paralización de este concurso, sino que
alcanza a la guerra total al saqueo y privatización del sistema sanitario (Lo
han dicho, y aplaudido, en varias ocasiones).
3
Y, además, porque,
en contra de lo que algunos medios de comunicación publicitan (con gran
preocupación de muchos de nosotros), por lo que he podido escuchar, los
médicos (de AFEM) tienen muy claro que su lucha es por la Sanidad
Pública y por su dignidad profesional como han insistido machaconamente
casi cada uno de los intervinientes (del público) y en ningún momento se han
planteado cuestiones económicas, ni dejado puertas abiertas a componendas con
la consejería.
Al igual que me ocurrió ayer con la
asamblea “a la puerta del hospital” hoy he salido del bonito
salón del Colegio Oficial de Médicos, con el culo a rayas (de estar
sentado) y con “el corazón contento” (Ya sé que soy un optimista
impenitente)
Lo siento, Sr. Lasquetty (y Sres. de
La razón y el ABC):
¡otra vez será!
Saludos.
SÍ, . . . SE PUEDE
Por
supuesto, en ningún momento aplaudí a unos, ni a otros.
Y, aunque también me llamo Pedro González, no soy el presidente de AFEM, ni su primo, ni su padre (es algo más joven que yo, pero no lo suficiente).
Y, hasta hoy, ni siquiera le conocía físicamente.
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