Desde
finales de agosto prácticamente no pasa un día sin tener noticia de algún nuevo
despropósito (o infamia) achacable a la “externalización” de la sanidad pública.
El
último, de hace un par de días (aunque no conservo el enlace), fue la noticia
de que a una paciente (de 51 años) trasplantada
de corazón hace un par de años, se le deniegan tanto los medicamentos
inmunosupresores, como las revisiones médicas (despropósito: después de haberle
operado) por haber perdido el derecho a la tarjeta sanitaria (infamia: por
estar jugando con la vida de una persona).
Pero
no es a eso a lo que voy a referirme, sino a la mugre que empieza a aflorar (la
mierda, en general, flota) alrededor de algunas de las concesionarias de la
asistencia sanitaria.
Sin
que nadie de la administración “se despeine” ya parece haberse asumido que los
actuales adjudicatarios de la asistencia sanitaria de los seis hospitales, no
sólo no tienen vocación de permanencia alguna, sino sobre todo, que dichas
concesiones para ellos no son otra cosa que “activos” económicos listos para
venderse al mejor postor o para catapultar su propio negocio sanitario por la doble
vía de largarle al sector público los pacientes “no rentables” y de paso
también los costes asistenciales (y de infraestructura) de sus pacientes “privados”
.
Y
así ya van asomando la patita: Ribera Salud (Infanta Leonor-Vallecas y Sureste-Arganda)
con su declarada intención de “traspasar
el negocio” y Sanitas (Henares-Coslada) con su interés por atender a sus propios
pacientes (de pago) en el mismo hospital que (para atender a los pacientes
públicos) le ha adjudicado la Consejería.
Todo
ello bastante turbio e impresentable y de lo que habrá que hablar más en
profundidad.
Pero
la noticia a la que hoy me refiero es la presumible insolvencia económica de
ese tour-operator sanitario llamado HIMA San Pablo, cuyas vergüenzas empresariales,
e indicios de aparente debilidad financiera (de otras patentes insolvencias no
voy a opinar ahora) parecen ser públicas y notorias desde, al menos, el año 2011, sin
que ello haya sido obstáculo para que nuestra Consejería de Sanidad haya puesto
en sus manos la salud de más de medio millón de ciudadanos.
“Otro
banco que quebró era accionista de HIMA San Pablo” (Alicia Gutiérrez,
Infolibre, 30-VIII-2013)
Incluso
leídas por separado las dos informaciones ya huelen lo suficientemente mal como
para que una administración pública hubiera desechado dicha oferta.
Pero
es que, leídas “de corrido”, la impresión que se saca es la de que, además de arrastrar un historial de notable incapacidad financiera e incumplimiento de sus obligaciones
contractuales, dicha empresa podría estar sirviendo de tapadera a otros
negocios (y “negociantes”) distintos de los que declara.
Confío en
que, como dice el título, los cadáveres de la Consejería terminarán por salir
de los armarios y en algún momento podremos saber quiénes son los verdaderos
adjudicatarios de dos de los hospitales más “golosos” (por número de cartillas,
demografía previsible y ubicación geográfica) como son el del Norte (Infanta Sofía
en San Sebastián de los Reyes 296.393 cartillas) y los del Sur (Sur-Alcorcón y
Tajo-Aranjuez, 228.052 cartillas)
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