Aunque,
por lo general, me considero de natural pacífico y respetuoso con las ideas y
creencias ajenas, no por ello estoy obligado a callarme lo que pienso de
determinadas gentes.
Y
este es el caso con respecto a la demostración de fuerza que en los próximos
días va a realizar el fascismo ensotanado que desde su posición jerárquica se
apropia sistemáticamente de la voz y la representación del amplio colectivo de católicos
(de nacimiento), creyentes, cristianos y gentes de buena fe -a quienes,
aprovechando su pasividad y su silencio- utiliza, unas veces como escudos
humanos para evitar las críticas, y otras como ariete para torcer la voluntad de
los gobernantes cuando se cuestionan sus privilegios.
Digo
todo esto, porque me parece muy oportuna la convocatoria de la concentración
que ha realizado la Coordinadora
republicana de Madrid coincidiendo con la ceremonia de beatificación que,
supuestamente, la Conferencia Episcopal Española (Rouco Varela y allegados) va
a celebrar ese mismo día en la madrileña catedral de la Almudena.
Y
digo supuestamente porque, por más que he buscado, no he encontrado rastro
alguno del anuncio de dicha beatificación (el día 9 en Madrid), aunque esta
misma ceremonia está públicamente anunciada para el día 13 de octubre en Tarragona
(y con la advertencia de que no se permitirá el acceso con banderas o pancartas).
En
todo caso, y aunque pudiera ocurrir que -a
la vista del probable rechazo social de un acto apoyado a las claras por la
extrema derecha- hayan renunciado a dar el espectáculo en Madrid, sigue
pareciéndome legítima y oportuna la concentración del miércoles día 9 a las 19:00
en la puerta del Sol.
Porque,
aunque no tengo nada en contra de que beatifiquen o santifiquen a quienes
gusten
(aunque algunos de los beatos pudieran ser personajes poco recomendables),
es necesario que se recuerde que esa iglesia “oficial” es la que se puso del
lado (cuando no al frente) de los pelotones de ejecución que, durante y después
del golpe militar de 1936, fusilaban maestros, jornaleros, concejales y
ciudadanos simplemente por creer en la libertad, en la instrucción pública y en
un estado social.
Y
esa misma iglesia “oficial” es la que malmete a la ciudadanía contra las leyes
civiles.
Y
esa misma iglesia “oficial” es la que no paga impuestos.
Por esas simples razones acudiré.
E
invito, a quien comparta esta visión, a
acudir a dicha concentración.
El
cartel de la convocatoria resulta bastante agrio e inquietante, pero lo cierto es que es una perfecta
representación gráfica de la historia y la comunión de intereses entre lo más
montaraz de la clase política y la jerarquía religiosa.
Lamentablemente.
Saludos.
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