Leo
hace unos días que “Ignacio
González construirá un aeropuerto para ricos junto a Eurovegas aunque dice que
“no tiene nada que ver”
y se me viene a la mente el truco que utilizan las plantas carnívoras para
atraer a los insectos incautos.
Por
lo que sé, dichas plantas presentan vistosos colores en los cálices de sus
flores, emiten agradables olores, e
incluso ofrecen gotas de líquido, con el fin de que los insectos se metan en su
interior, momento en el cual la flor se contrae y apresa al incauto.
Digo
esto porque, por mucho que se empeñen algunos periódicos, tengo el pleno
convencimiento (junto con el Deutsche Bank y otras gentes más) de que Eurovegas
nunca se pondrá en marcha.
Afortunadamente
para algunos “listos” (y para los ciudadanos normales) el negocio ya está hecho
y se han comprado y revendido terrenos y opciones de compra de los terrenos y
quizá (lamento ser tan malpensado) ya están a buen recaudo las correspondientes
“comisiones” en efectivo, o en forma de “donaciones”.
Por
lo tanto, este nuevo conejo que el Sr. González se saca ahora de la chistera puede,
a mi juicio, obedecer a una de estas tres causas:
1 Alguien (que
no debía) ha andado poco listo y se ha quedado atrapado por no salirse a tiempo.
Y se trataría de “animar” el mercado de los suelos de Eurovegas para ver si encuentran
algún “primo” con ambición (y dinero) que le saque del atolladero.
2 Como la
codicia no tiene límites claros, se pretende abrir un nuevo “nicho” al negocio
de las recalificaciones y el trapicheo de terrenos para sacarle al invento el “último
duro”.
3 Se trata de
intentar minimizar (mediáticamente) el desastre de las autovías radiales (hoy
ya quebradas) cuya viabilidad quedaría asegurada gracias al tránsito de las limusinas
de los ludópatas ricos, los utilitarios de los coupieres, los camareros, las
prostitutas, los chaperos y los vigilantes (de todos ellos) junto con las furgonetas de reparto de langostas y caviar
con rumbo a los casinos.
Incluso
podrían perfectamente ser todas ellas (juntas) las razones de este nuevo
dislate urbanístico que, en un país que ya cuenta con seis aeropuertos sin
aviones, se inventa uno más (partido por una carretera) a menos de 1.900 m de las pistas de otro que ya
existe (y funciona) en Casarrubios
del Monte (eso por no mencionar el aeródromo de Cuatro Vientos).
Aunque
la cosa es tan burda que no vale la pena dedicarle demasiado espacio, tampoco
debemos olvidar que cada vez que un político (sobre todo determinados
políticos) afirma que “Se
desarrollará con financiación privada a través de un sistema de licitación
pública de concurrencia y en régimen de concesión, “por lo que no tendrá coste
para los madrileños”, esos mismos madrileños que menciona (y el resto de
los españoles) terminamos teniendo que pagar los platos rotos (y el enriquecimiento
de quienes los rompieron).
Así
que, como diría D. Miguel Ángel Aguilar: ¡Atentos!
Saludos
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