Es
lamentable que tengamos que perder nuestro tiempo en insistir sobre asuntos tan
obvios que no merecerían el menor comentario si no fuera porque misteriosamente
nadie los relaciona con “nada”.
Este es el
caso patente de nuestra Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de la que
sabemos que posiblemente es la mejor, la más eficaz y la más democrática del
mundo y nos limitamos a darlo por hecho y alegrarnos, sin ponernos a pensar por
qué hemos llegado a esa situación.
Viene este
comentario a cuento de la noticia publicada hace unos días que afirma que:
Vale la pena leer la información porque, pese a tratarse de una mera “nota
de agencia”, en el texto -además de la información propiamente dicha- se plantean
algunas cuestiones que vienen a acreditar la necesidad de mantener un Sistema
Sanitario Público, además de por una cuestión de justicia social y salvaguarda
del derecho a la salud, también para “ahorrar” que es la excusa que están
utilizando para justificar el presente saqueo.
Dicho esto, y junto con mi felicitación al Doctor Matesanz y todo su
equipo que con su trabajo hacen posible este logro, quiero insistir en que, por
pura higiene, por disipar cualquier sombra de duda y, si llegara el caso, por
depurar las responsabilidades a que hubiera lugar, debiera aclararse el oscuro
(y discreto) episodio del fulminante trasplante de hígado del suegro del Sr.
Güemes que, pasó del sistemático rechazo como candidato en la Comunidad
Valenciana a trasplantado (de la noche a la mañana) en Madrid a manos de un
conocido cirujano en circunstancias un tanto confusas.
La honestidad de la ONT, su director y sus trabajadores debieran quedar
al margen de sospecha.
Y eso requiere transparencia.
Y, si los hubiera, reconocimiento y rectificación de los errores, o denuncia
pública de la trampas y los tramposos.
Saludos.
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