Me ocurre
algo parecido a lo de D. José Millán-Astray y Terreros, quien afirmaba que “en
cuanto oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”
Sólo que, en
mi caso, las palabras son dos (Seguridad Social) y el sitio a donde
instintivamente “echo mano” es a mi propia “cartera” y la de mis hijos.
A mí, el
hecho de que estos sujetos que están desbaratando el sector público de este
país -en provecho propio, y por orden de la “madrastra Europa” (amante sumisa y
vergonzante de “los mercados”)- insinúen cualquier tipo de medida sobre
cualquier organismo o servicio público, me produce escalofríos.
Por eso, a
la luz de la experiencia que llevo adquirida, la noticia de que:“Hacienda
usará el alivio del déficit para ajustar el desvío de la Seguridad Social” (José María Triper, El Economista.es,
15-III-2013) significa lisa y llanamente que
piensan aprovechar esa “flexibilidad” para cargar sobre las costillas de las
cuentas de la Seguridad Social todo el desequilibrio financiero que puedan para,
conjuntamente con la puñalada en el hígado de las recientes medidas de fomento
del empleo juvenil (“Pronóstico”),
poder afirmar con razón dentro de un par de años que “la Seguridad Social resulta
a, todas luces, insostenible”.
Se trata de un proceso idéntico al que están empleando con la Sanidad y
la Enseñanza:
Primero se les reduce el presupuesto con los cuentos de “la austeridad”, “el
déficit” y “Europa” (los dineros a la banca no cuentan).
A continuación, como se trata de servicios esenciales que no pueden dejar
de atenderse, se subcontratan con empresas privadas (Si puede ser por 30 años
renovables, mejor. Que, a los hijos, nunca se sabe cómo les van a ir las cosas).
Y finamente, cuando el Servicio Público está ya totalmente desmantelado,
sin plantillas, sin medios y sin ingresos, se enciende (con la ayuda de los “100
economistas”) la traca final de la quema de los restos.
Porque: Ya lo venían advirtiendo, el sistema “era insostenible”.
Lo cuento para que, cuando leamos noticias similares a ésta, no seamos tan ingenuos
de creérnoslas.
Yo, de momento, como Millán-Astray, me echo mano -instintivamente- a “la
cartera”
Saludos.
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