Supongo que
muchos de nosotros ya sabemos quién es el catedrático D. Santiago Niño Becerra,
“neoliberalote” donde los haya. Aunque pienso yo que más por convicción que por
“conveniencia”
Se nos
descuelga hoy en El Economista con un guiño a la Economía del Bien Común que, tras
su apariencia de inocencia y buenas maneras, pretende ser un caramelo
envenenado.
¿Queréis
Economía del Bien Común?
¡Vale! pues
os vais a hartar de ella.
Ya estáis empezando
a notar sus delicias.
¡A
conformarse con lo que hay!.
………
Y así una
serie de afirmaciones que, sin ser falsas, tampoco son del todo ciertas porque se
“olvida” de incluir en esa necesidad de adaptarse a “lo que hay” a todo el ejército
de plutócratas, buscavidas, robaperas y parásitos sociales varios que, al igual
que “la tenia” (o solitaria) consumen todos los nutrientes del paciente (la economía),
que -por mucho que coma (produzca) no da abasto para saciar a tanta avaricia.
Avaricia
protegida y respaldada por unas reglas de juego dictadas e impuestas por
quienes medran a costa del sudor, la miseria y el dolor ajeno.
Sr. Niño
Becerra:
Un servidor
es consciente de estar viviendo (en parte) por encima de las posibilidades de
los más desheredados de la tierra (los que viven en los países pobres o
empobrecidos).
Y también es
consciente de que, si las cosas se hacen bien, tal vez tenga que renunciar “a
algo”.
Pero es muy
probable que con tan sólo pasarles el cepillo al mundo financiero, las grandes
empresas y los ricos tan ricos que ni saben el dinero que tienen, y -de paso-
congelar los fondos de los paraísos fiscales de modo que cuando pretendan salir
de ellos “pasen por caja”, con tan sólo eso, igual (un servidor) tan sólo tendría que
renunciar a sus malas costumbres.
Estoy
convencido de que son más prescindibles los dividendos y los sueldos
estratosféricos que las pagas extraordinarias, los salarios decentes, o las
pensiones.
Y también
estoy convencido de que es más que razonable que las rentas tributen todas por
igual.
O, si se me
apura, que tributen más las que “caen del cielo”, sin madrugar ni hacer nada de
provecho.
Posiblemente
con eso pudiera ser suficiente.
Así que, de
acuerdo Sr. Becerra:
¡A conformarnos
con lo que hay!
Pero todos a
la vez.
Saludos.
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