Son
tantos los temas que requerirían un levantamiento popular en toda regla que uno
anda como los camaleones, con un ojo
puesto en un sitio y el otro en otro distinto.
El
problema es que, ni aun teniendo 100 ojos como Argos, serían suficientes para
apuntar a todos los frentes de injusticia, tragedias personales (o colectivas),
actos de rapiña y demás tropelías con las que nuestros gobernantes nos dan los
buenos días cada mañana.
Por
eso, ante tamaña avalancha, uno, para no quedar callado, no tiene más remedio que
“simplificar”, aún a riesgo de dejarse alguna pluma argumental en la gatera de
las prisas.
Andamos
muchos de nosotros estos días mirando atentamente “el dedo” de las falsas
conversaciones entre PP y PSOE para “resolver” el asunto de los desahucios, en
lugar de mirar a “la luna” del problema, social y financiero que se intenta
ocultar tras dicho “teatrillo”.
En
primer lugar, los dos grandes partidos me parecen unos insolentes y me resulta
vergonzoso que, precisamente ellos, que, desde el poder, alimentaron o, cuando menos, consintieron, la burbuja
inmobiliaria, hayan tenido la desfachatez de reunirse a solas para “solucionar”
el problema, excluyendo la participación de quienes, no contribuyeron a este
estado de cosas y, en algún caso, llevan años denunciándolo, e intentando
amparar a las víctimas.
Por
otra parte, ambos dos partidos pintan menos que “la Tomasa en los títeres”
frente al poder del mundo financiero y sus mayordomos de la burocracia europea
y mundial, que no están dispuestos a permitir ninguna broma que les pueda dejar
con las vergüenzas al aire. Y ambos lo saben.
Ya
no se trata de sanear el sistema financiero (a estas alturas no es posible sin
que rueden cabezas y fortunas). Ya de lo único que se trata es de mantener las apariencias
y ver si, a base de exprimirnos al máximo (a las personas), es posible aguantar
un poco más sin que decidamos “romper la baraja”.
Lo
necesario hasta que la totalidad de la factura del desaguisado sea transferida íntegramente
a los ciudadanos y se les haya expoliado de todo su patrimonio personal y
colectivo.
Además,
tanto el PSOE, como sobre todo el PP, tienen mucho más interés en meter el dedo
en el ojo al “contrario” que en resolver algo que saben que está fuera de sus atribuciones
si es que no quieren que “les pongan firmes”.
Así
es como yo lo veo.
Y,
ya puestos a participar en el jolgorio, me permito, con toda modestia, ofrecer una
sencilla “receta” que, aunque no resolvería todo el problema, al menos ayudaría
a minimizarlo y a que no engordara.
Y,
sobre todo, aportaría alguna gota de justicia en ese océano de injusticia que
es la situación en que se ven inmersos todos los ciudadanos que con, su
candidez y la ayuda del sistema financiero (y los gobiernos actual y anterior),
ofrecieron sus vidas (o 30 o 40 años de ellas) para que algunos privilegiados acumularan
tanto dinero como para no saber qué hacer con él.
La
propuesta es muy sencilla y, a mi juicio, no precisa de modificaciones de la
Ley Hipotecaria.
Consiste
en prohibir que los bancos se adjudiquen las viviendas de los morosos por un
importe inferior al de la tasación que tan alegremente hicieron (porque
realmente las hicieron ellos) y aceptaron como buenas.
Algo
de eso ya lo hizo hace algunos meses el banco de España y ahora tan sólo se
trataría de elevar el listón hasta el importe que cada banco (prestamista
profesional y perfecto conocedor de su “negocio”) consideró como garantía “razonable”
para prestar su dinero por un plazo de 30 a 40 años.
No
evitaría que el que no tiene dinero siga sin pagar; pero obligaría a los bancos
a tentarse la ropa antes de echar a una persona de su casa y, de paso, a asumir económicamente una parte del desastre que provocaron.
Y,
además, los infelices que finalmente perdieran su vivienda y el dinero aportado,
verían rebajada notablemente su deuda final.
Tiene
un “pequeño” inconveniente.
Que es el de que el sistema financiero mundial
no puede permitírselo porque sería la ficha (cuantitativamente pequeña) que
tumbaría el resto del tinglado, cuyo problema de solvencia es infinitamente
mayor (aseguradoras, fondos de pensiones e inversión y grandes empresas).
Ese
es un “pequeño inconveniente”.
Y
otro, no menor, es la falta de coraje de nuestros partidos y gobernantes para
ponerse el mundo por montera y hacer saber “urbi et orbe” que “lo que no se
puede no se puede, y además es imposible” y que estamos dispuestos a romper la
baraja para no tener que llegar tan abajo como los griegos o los portugueses
antes de tener que tirar la toalla y retirarnos “al vestuario” completamente
desnudos.
Lamentablemente,
para eso hace falta una talla moral de la que, “quienes podrían”, aparentemente
carecen.
Saludos
y buenas noches.
El
ambiente empieza a oler a pólvora.
En
Oriente Medio, y en otras partes del mundo.
Quizá,
visto que la cosa se les puede ir de las manos, consideran que es mejor que nos
matemos entre nosotros.
Eso,
al fin y al cabo, nos tendría “entretenidos” un tiempo.
Y siempre ha dado un “excelente” resultado (a los de “arriba”)
Y siempre ha dado un “excelente” resultado (a los de “arriba”)
Habrá
que tener cuidado.
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