Y
no me estoy refiriendo a nuestro infausto anterior presidente de gobierno.
Leo
hoy en Público.es que nuestro joven diputado D. Alberto Garzón Espinosa se ha
incorporado como comentarista a dicho diario digital.
Huelga
recordar el aprecio que tengo por su persona, el interés con el que sigo (e
intento divulgar) sus periódicas lecciones de “economía parda” y la afinidad
ideológica que acerca la mayoría de sus convicciones a mis propios
planteamientos.
También
huelga decir que celebro su probada capacidad de estar repicando y en la procesión. Es
decir: Cumpliendo cabalmente su mandato como diputado y, a la vez, sacando
tiempo, para escribir y opinar en muy diversos foros.
Dicho
esto, con todos mis respetos y toda la cautela del mundo, afirmo que no me
entusiasma el que, como parece, y hoy publica el diario digital Público “El economista y diputado por IU Alberto
Garzón se incorpora a Público como columnista”.
No
me entusiasma porque, así como me alegran su constante presencia en muy
distintos medios, su coautoría en varios libros y sus intervenciones en radio y
televisión, me preocupa el hecho de que un determinado medio (aunque sea de mi
agrado) adquiera de algún modo la exclusiva de la divulgación de sus ideas o
análisis.
Me
preocupa que dicha incorporación suponga, al nivel que sea, la obligación de “producir”
en detrimento del que es su oficio principal, que es el de Diputado del
Congreso en representación de sus paisanos de Málaga y de mí mismo.
Me
preocupan las implicaciones económicas que puedan derivarse de dicha
incorporación, tanto si percibe remuneración (incompatibilidades, dedicación
exclusiva, sobresueldos,. . .) como si no la recibe (dumping profesional,
suplir gratis et amore un puesto de trabajo de un periodista o analista).
Y
me preocupa, finalmente, no tanto el uso torticero que, de dicha situación,
pueda hacer la derecha, cuanto la inevitable pérdida de independencia que va
asociada a cualquier tipo de compromiso. Sobre todo si, como estoy convencido, lo cumple
Por
todo ello, y aun siendo consciente de la necesidad que tenemos de no
dispersarnos en disquisiciones vacuas facilitando munición a quienes no nos
aprecian, es por lo que confío en que tras dicha “información” haya unas razones
y unas condiciones que invaliden mis temores.
Aprecio
demasiado a D. Alberto Garzón y lo que para muchos representa como para minusvalorar
o asumir ninguna tolerancia con algo que pudiera estorbar sus, hasta hoy, sobradamente
acreditados buen hacer e independencia. (así empezó la Socialdemocracia, y así
está hoy)
De
paso, dejo el enlace del artículo de Público del que cuelga esta homilía y que,
como es habitual en él, resulta bastante didáctico y, además, es relativamente
breve.
Saludos.
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