Hay que elegir.
Una cosa es que uno esté de acuerdo en que el actual
“estado de cosas” justifica que los ciudadanos desborden los límites de las
leyes (sin violencia para las personas y con quebrantos leves del derecho) y otra muy distinta que el “vigilante
jurado” se ponga al frente del saqueo del "negocio" que le contrató y pretenda seguir ejerciendo al día siguiente.
Un señor Diputado, del partido que sea, es un
ciudadano que representa a otros en un juego llamado Democracia Representativa,
es decir en el Congreso de los Diputados o en su Asamblea Regional.
El mero hecho de postularse y acceder al cargo lleva
implícita, a mi modo de ver, la aceptación de las “reglas de juego”.
Por ese motivo, en tanto no renuncie a su Acta,
está moralmente obligado a respetar dichas reglas. Y si pretende cambiarlas
debe hacerlo ateniéndose a ellas.
Y no creo que sirva de excusa el afirmar que, además
de diputado, es simultáneamente, trabajador, parado, hambriento, o revolucionario.
Que todo es posible.
A la hora de ejercer cualquier tipo de acción uno debe
elegir cual es la boina bajo la que se cobija y no ejercer de revolucionario,
para "expropiar" unos cartones de leche en un supermercado por la mañana; de
legislador, para asistir a las sesiones del parlamento por la tarde; y (puestos a
opinar con mala leche), de cargo público con dedicación exclusiva para cobrar a fin de mes.
Otra cuestión es si el partido al que uno representa
decide declararse en insumisión y así se lo hace saber a la ciudadanía asumiendo
las consecuencias, legales, políticas, mediáticas y, finalmente, electorales, que
se deriven del caso.
Pero no tengo noticia de que Izquierda Unida, ni
en Andalucía, ni en Extremadura, ni creo que en ninguna otra parte, se haya
manifestado en tal sentido.
Por eso, insisto:
O teta, o sopa.
Por mera coherencia y como medio de hacer acopio de
autoridad moral para el día en que haya que romper la baraja. Cosa que, al paso
que vamos, pudiera terminar sucediendo.
Por otra parte, que nadie me pida que reclame "pena
de galeras" para quien, en estado de necesidad (personal), o como medida para
poner en evidencia la injusticia del sistema, participe en estos “teatrillos”
que ni violentan a las personas, ni dañan la economía de las empresas
afectadas.
Pero eso sí: absténganse los vigilantes jurados de
la empresa, las policías local y nacional, los guardiaciviles, los jueces y,
con mayor razón aún, los señores diputados.
Y si estos últimos no lo hacen, que sean sus propios
partidos los que les desautoricen.
No tanto por cálculo electoral como por pura
coherencia que, en algunos ámbitos, es algo realmente escaso en estos tiempos.
Yo al menos, así lo veo.
Saludos.
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