No
es que me alegre especialmente.
Al
fin y al cabo la miseria moral, es miseria. Y por tanto no es deseable, ni
traerá otra cosa que más miseria.
Aunque
en este caso perjudique especialmente a quienes, considero, me vienen
perjudicando a mí desde hace mucho tiempo.
Estoy
hablando de la serpiente de verano llamada “Vuelta a la política de Mario Conde” (Federico Quevedo, El Confidencial,16-VIII-2012).
Resulta
que este peculiar personaje, inventor de la “ingeniería financiera”, agente
comercial de los fabricantes de brillantina (gomina), hábil trilero capaz de hacer un agujero de cuatrocientos
cincuenta mil millones de pesetas (en 1980 no existían los Euros), pionero
del “pelotazo” (cincuenta y ocho mil millones en un abrir y cerrar de ojos), ídolo
de los estudiantes de las “escuelas de negocios”, referente moral de la derecha
neoliberal, inquilino forzoso de la Dirección General de Prisiones y, hoy,
tertuliano redivivo en los cerros de la ultraderecha (no porque él lo sea, sino
porque es a los que más barato puede comprar la publicidad), ha decidido “volver
a la política”.
Evidentemente
el hombre debe ser el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Aún
recuerdo como D. Alfonso Guerra y D. Txiki Benegas se lo llevaron por delante cuando,
jugando a lo mismo que hoy, intentaba
controlar el diario "El Independiente", en vísperas de la primera guerra de Irak
(Bush padre) y como, con gran satisfacción de la patronal bancaria, lo acorralaron
hasta verle hospedado en un famoso hotel llamado Alcalá-Meco.
Ni
me gustó el personaje en su momento, ni tampoco me gusta ahora.
Su
único mérito, para mí, es el de haber sido un precursor de todas las malas artes
del mundo empresarial y financiero cuyas delicias hoy, a nuestro pesar,
degustamos.
Afortunadamente,
si no me equivoco, su vuelo será más corto que el de un gallo, aunque quizá
tenga la virtud de poner patas arriba, el hasta hoy medianamente ordenado, pero
algo alborotado, gallinero de “las derechas”.
Derechas
que, gracias a esa disciplina innata que practican (no votan; fichan) y a la
inestimable ayuda del PSOE que, con tal de no tener ninguna sombra a su
izquierda, ha impedido la modificación de la Ley Electoral, hoy campan a sus anchas por la piel de toro.
Con
un poco de suerte el Partido Popular, como ya le ha ocurrido con Francisco
Álvarez Cascos, puede terminar siendo víctima del fuego amigo.
Y
de eso es de lo que se duele D. Federico Quevedo (a la sazón, turiferario mayor
de D. Mariano Rajoy)
¡Cuánta
razón tiene! (aunque utilice argumentos sesgados)
Pero
de todos modos: la Miseria, es Miseria.
Y
no cabe alegrarse de ella.
Saludos.
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