Andaba yo aburriendo a mis infelices amigos con la monserga de que me
parece muy buena la idea de la tan cacareada “disciplina fiscal” que nos exigen
los mercados y sus “directores comerciales” en Europa (Mérkel y Sarkozy), siempre
y cuando dicha “disciplina”, además de velar para que no se malgaste el dinero
de los impuestos, se ocupe, sobre todo, de recaudar los impuestos necesarios
para mantener el funcionamiento del Estado.
Andaba digo, en ello, sin saber cómo condensar la idea para expresarla y hacerla
digerible en unas pocas líneas, cuando D. Xavier Vidal-Foch viene en mi ayuda
publicando hoy, en el diario el País, el texto cuyo enlace adjunto “Esta
unión fiscal ¿va solo de austeridad?” y va y me resuelve casi todo
el “trabajo”
Efectivamente, ya va siendo hora de que los que “pagamos impuestos”, quiero
decir los que “más los pagamos”, es decir los que pagamos Impuesto sobre los Rendimientos
del Trabajo Personal”, dejemos de hacer el juego al “poder” aplaudiendo todas y
cada una de las bajadas de impuestos que, curiosamente suelen afectar a todas
las rentas que no se obtienen trabajando es decir:
El Impuesto sobre el Patrimonio
El Impuesto sobre los Rendimientos del Capital.
El impuesto de Sucesiones y Donaciones.
Aplaudimos como idiotas la supresión o rebaja de unos impuestos que, en
general, a quienes vivimos de nuestro trabajo, no nos afectan; ya que no tenemos
apenas “patrimonio”, ni “capital” que produzca grandes rendimientos. Y, cuando “heredemos”,
heredaremos poco más de “tres reales”.
Aunque sólo fuera por esas razones “de conveniencia” debiéramos dejar de
aplaudir “rebajas” de impuestos que no nos afectan personalmente.
Pero hay, al menos, otras dos razones mucho más poderosas que anoto
brevemente.
La primera es que los antedichos impuestos vienen a gravar “lo que nos
sobra” y lo que, en cierto modo, “nos
cae del cielo” (herencias, dividendos e intereses bancarios), para cuya
obtención no hemos tenido ni que salir de casa.
La segunda, éticamente aún más importante, es que es vergonzoso y un
mensaje perverso incentivar el “rentismo” frente al “trabajo”.
La trampa en la que caemos es no darnos cuenta de que, cuando se rebajan
los impuestos, lo que se está es restando poder al Estado para garantizar los
Derechos de los Ciudadanos.
Igual que cuando se “aligeran” las cotizaciones sociales de las empresas,
lo que se está haciendo es socavar el sistema de protección social de los
trabajadores (y de quienes de ellos dependen).
Por eso, en cuanto a la “armonización fiscal” . . .
Si es así, si vamos a tener unos impuestos como los alemanes, los
franceses, los belgas, los holandeses, o los daneses (que tampoco es que sean países
excesivamente “marxistas”, ni de los que el capital “huya”, ni que tengan más
desempleo que nosotros), me apunto,
¡Viva, la disciplina fiscal!
Meditemos, hermanos.
Saludos.
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