Con todo, soy consciente de que aún queda un arduo camino por recorrer. Que estamos en los primeros pasos de lo que generará cambios reales. Que son rutas inciertas que nunca habíamos recorrido y por tanto, caminamos como un niño que acaba de empezar a controlar su equilibrio y ha de ir despacito y agarrándose para seguir adelante. Pero esto no resta un ápice de la enorme voluntad común que tenemos para lograrlo. Al contrario, estamos eufóricos de haber llegado hasta aquí, incluso sorprendidos con nosotros mismos. Aún sin creernos este inmenso y admirable “nosotros” que acaba de nacer, que hemos construido, que se va renovando día a día en las calles y en las asambleas, que se va mirando a sí mismo contento de existir. Y que nos impulsa cada vez más a construir nuestra Historia, nuestra democracia sustentada en valores democráticos innegables, nuestros sueños de justicia y libertad para nosotros y para el mundo.
Somos un ejemplo a seguir cuando ayer desesperábamos como individuos particulares que se rebelaban en su propio silencio y a los que nadie oía. Y al ser capaces de escucharnos unos a otros, de movilizarnos y de elevar nuestras voces unidas, esa unión transformadora nos devuelve con creces el derecho inapelable de que se nos tenga en cuenta, de que no se nos silencie por más tiempo, al fin y al cabo, el derecho a ser escuchados y escuchadas. Nuestra indignación compartida es nuestra fuerza. Y no sólo nos hace fuertes, nos hace invencibles frente a todo aquello a lo que tan acostumbrados a perder estábamos. Pues bien, compañeros y compañeras: ¡Ahora vamos ganando!
El sentido común y la justicia lucen orgullosos de ser quienes son. Están en la plaza gritando junto a nosotros y nosotras. Exigiendo que se les quiten las cadenas que les ataban las muñecas y les prohibían ser ellos mismos. Pidiendo junto a la gente que les queremos ser liberados de la realidad capitalista y alienante que hipotecaba sus ilusiones y su futuro. Como a nosotros y nosotras. Y de repente, somos una suma de almas tan enorme que no hay forma de pararnos. Y nuestro mensaje no se puede ilegalizar aunque a muchos les gustaría hacerlo, ya que no hay rejas que contengan espíritus de lucha unidos. Somos el pueblo enfrentándose a todos los que nos llamaron locos. Somos los idealistas en busca de utopías. Y lo que ayer eran quimeras hoy son certezas gracias a todos tus camaradas anónimos. Que contigo son tan grandes como lo eres tú con ellos y ellas.
Y cuando menos te lo esperabas, somos los poseedores y poseedoras de nuestro propio futuro. Es como si todo lo imposible de modificar durante tanto tiempo se derrumbara ante nuestra verdad. Y el futuro no sólo es nuestro, sino que nosotros y nosotras somos el futuro.
3 comentarios:
Un placer leerte por aki, me pediste mi opinión sobre este texto.
Me gusta mucho, escribes desde el sentimiento.
de nuevo, un placer leerte
Bienvenida Carotis
Como es posible que "la banca" opte por reventar la propuesta quitando los billetes de 5 Euros de los cajeros, sugiero que, en estos casos, para escarmiento de la susodicha banca, se intente sacar el dinero en la ventanilla, con amonestación (educada, pero firme)y "marcha atrás"incluidas, si pretenden cobrarnos por el susodicho servicio.
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