Me meto en este jardín sabiendo que las cosas no
sólo son blancas o negras y que, antes de “opinar “, conviene “saber” de qué se
opina.
Viene esto a cuento del malhadado “caso” del
candidato número 2 de la lista de Izquierda Unida a la alcaldía de Sevilla D.
Antonio Rodrigo Torrijos.
Por si alguien no lo conoce lo resumo:
“El 7 de abril se conoció un auto de la jueza Mercedes Alaya
que lo imputa por su "responsabilidad" en la venta supuestamente
irregular -la adjudicataria fue una empresa que ofrecía 52 millones menos que
otra- de los suelos de Mercasevilla, sociedad mixta de la que fue
vicepresidente.”
A
continuación D. Javier Arenas (del PP) y sus compañeros de partido iniciaron
una campaña mediática tendente a demostrar que en todos los partidos hay
corrupción y a exigir la retirada de dicho señor de la lista de IU.
Hasta
aquí, todo normal y previsible.
Y,
a los que creemos que, aunque golfos puede haberlos en todas partes, no “todos”
los partidos se comportan igual frente a la corrupción, nos pide el cuerpo que,
de inmediato y mientras se aclara el asunto, dicho señor se autoexcluya de la susodicha lista y, si lo estima conveniente, intente demostrar su inocencia.
Bueno,
pues no: El Sr. Torrijos dice que no se apea y, además, la gente de IU dice que
no lo apea y que seguirá en la lista.
Me
quedo más “mosca” que pavo en vísperas de navidad y aunque, por las “trazas” y
el modo de expresarse de “la jueza”, intuyo que el asunto no es tan sencillo
como lo cuentan, sigo pensando que, aun a riesgo de hacer un favor al “equipo contrario”,
es más importante insistir en la demostración de higiene política de no
permitir ni la más leve sombra de sospecha sobre la honradez de los candidatos
sean del partido que sean.
Y
digo esto con el recuerdo siempre presente de cómo, hace ya muchos años (1986),
un tipejo con bigote que posteriormente llegó a presidente de gobierno en este
país exigió (y consiguió) la dimisión del primer presidente democrático de la
Comunidad Autónoma de Castilla y León D. Demetrio Madrid, por estar “procesado”
en un asunto del que, tres años después, quedó absuelto con todos los
pronunciamientos favorables.
Hoy
nadie se acuerda de D. Demetrio Madrid y el tipejo en cuestión obtuvo de esta escasamente
democrática forma la presidencia de la Junta de Castilla y León y su primer “triunfo”
político.
Bueno,
pues tampoco: Pese a este antecedente y el riesgo de que la historia se repita,
sigo pensando que no sólo no todos somos iguales, sino que la “izquierda” es
muy distinta y tiene que estar dispuesta a tragarse “ese sapo” para intentar
desembarrar el campo del juego político que algunos han convertido en un
verdadero estercolero.
Y,
dicho esto, aclaro que he averiguado alguna cosa más del “caso” del señor
Torrijos y que tras ello, lo que creo que subyace en la “embestida” es que se
trata de una “emboscada” deliberadamente montada por “la derecha” y sus
acólitos para, en primer lugar hacernos creer que “todos” están en “la pocilga”
y de paso, cuestionar descaradamente cualquier actuación política que vaya en
contra de las “leyes del mercado”
Y,
si no, ¡Pasen y lean!
Yo,
después de estas averiguaciones, me solidarizo con el Sr. Torrijos y confío en
que si finalmente se le procesa quedará, como D. Demetrio Madrid, absuelto.
Y,
además, aplaudo su decisión en el "caso" de la venta de la parcela. Efectivamente
no todos somos iguales.
Pero,
pese a ello, le ruego que, entretanto, dé un paso atrás.
Ser
“de izquierdas” lo mismo que “agnóstico” no es algo que se es por comodidad
sino porque “uno” quiere ser “algo más” y “algo distinto” de una buena parte del
“ganado” que le rodea. (Con perdón).
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