En estos últimos meses son numerosas las personas
que, entre mis, familiares, amigos y
allegados me han tomado por loco o extremista cuando, mientras ellos se rasgaban
las vestiduras por la prisión de D. Leopoldo Eduardo López Mendoza (Leopoldo
López) y otros mamporreros políticos en Venezuela, un servidor objetaba que
consideraba que dichos señores no estaban en la cárcel por sus opiniones sino
por su implicación en unas algaradas que tuvieron la consecuencia de 41 muertos
y que ellos alentaron a sabiendas.
Algaradas cuya justificación no debiera estar muy
clara cuando el nada sospechoso de simpatías chavistas D. Enrique Capriles, se
desentendió de ellas e intentó evitarlas.
Y por tanto, si estaban detenidos por presumibles
delitos de sangre (no de opinión), a mi juicio no eran “presos políticos”.
Y solía añadir que, para ejemplo de conculcación de
los derechos humanos, teníamos allí, casi al lado, un agujero negro llamado
Guantánamo y, aquí en nuestro país, un preso político llamado Arnaldo Otegui.
Al margen de la desaprobación de la mayoría de mis
contertulios fui tachado de sectario y tonto útil de la dictadura venezolana y no
sé si, quizá en algún caso, de filoetarra.
Hoy me ha alegrado leer esta carta abierta de Toño
Fraguas en la Marea que viene a expresar, casi exactamente, mi opinión respecto a D.
Arnaldo Otegui.
Aunque yo, a diferencia del Sr. Fraguas, sigo
considerando que la prolongación de su última etapa en prisión (Una vez que
había cumplido todas sus anteriores condenas) le convirtió, hasta que
recientemente salió de la cárcel en un auténtico preso político.
Ahí dejo el artículo para quien quiera saber lo que
opino personalmente de D. Arnaldo Otegui.
Saludos.
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