Aunque las personas
(de aquí y allí) que sufren esta innecesaria barbarie merecerían un debate
social mucho más amplio y profundo que el circo mediático (e ideológico)
montado sobre los “cadáveres exquisitos” de los ciudadanos europeos, me
abstengo de abrir la boca.
No tanto por miedo
a que me apliquen la Ley Antiterrorista (o cualquiera de los sucedáneos
recientemente aprobados), cuanto por respeto a los muertos (de ayer aquí, y de hace ya varios años en todo oriente
medio).
Afortunadamente
Bernardo Vergara ha sintetizado mis conclusiones y mis sentimientos.
Que
la tierra les sea leve a las víctimas (de aquí y de allí) y la vida y los
afectos ayuden a soportar la pena a sus familiares, amigos y allegados.
Y
ojalá los “biempensantes” empiecen a “pensar” y razonar; Porque estos asesinatos no
son fruto de unos meros descerebrados, sino que “alguien” les ha dado los medios
y las supuestas justificaciones,
Saludos
tristes.
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