Recuerdo que en mi
adolescencia y juventud, en muchas ocasiones, cuando tras escuchar algún consejo
paterno me limitaba guardar silencio, mi señor padre concluía la conversación
con la siguiente frase:
“Predicar en
desierto, sermón perdido”.
Y, aunque aquello no fue siempre ni enteramente exacto (algunos de aquellos “sermones” han hecho su efecto unos cuantos años después “en diferido”), lo cierto es que muy bien podría haber terminado su intervención D. Julio Anguita con la misma frase.
Como, aunque por falta de ánimo y tiempo (no de interés, ni convicciones), yo tampoco estoy por hacer campaña a favor de nadie, me abstengo de opinar sobre la patada que le vamos a dar al sistema “en nuestro propio culo” el próximo día 20 de diciembre.
Y me limito a mandar este enlace a unas lúcidas y decepcionadas declaraciones de D. Julio Anguita González sobre la indigencia moral, intelectual e ideológica (burricie, diría yo) de la izquierda política.
Ojalá, como los consejos de mi difunto padre, no todo caiga en saco roto (aunque sea “en diferido”)
Saludos.
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