Aunque la mayoría de la gente
corriente, es decir quienes vivimos de nuestro trabajo y no de las rentas (o del
trabajo ajeno), profesamos una abierta simpatía por la organización Greenpeace
y sus simpáticos y amables “muchachos” (a veces más bien talluditos), somos -a
mi juicio- demasiado pocos quienes colaboramos con ellos.
En
principio no hay nada que objetar; Afortunadamente cada cual hace lo que quiere
y somos libres de aplaudir sus acciones y simultáneamente desentendernos de
colaborar con ellos.
Traigo
esto a colación tras leer en "la marea" un artículo titulado “Las
leyes del PP ahogan a Greenpeace” y percatarme del grave riesgo de
desaparición (o neutralización) de dicha organización en nuestro país.
Greenpeace
es una organización que, desde su fundación, compite voluntariamente “con una
mano atada a la espalda” al no aceptar donaciones de empresas, ni personas
jurídicas, que tampoco son admitidas como “socios”
Pienso
que, por la cuenta que nos tiene y, sobre todo, por un sentido de la justicia y
de la racionalidad medioambiental, debiéramos plantearnos “hacer algo” para
evitar que los sicarios que nos gobiernan (al dictado de un sistema económico y
social injusto y depredador) logren paralizar sus acciones, o incluso hacerles
desaparecer a base de multas, tasas judiciales y otros desmanes legislativos
que, mientras velan por la presunción de inocencia de sujetos como Díaz Ferrán,
Luis Bárcenas o Miguel Blesa, nos convierten a todos nosotros en sospechosos y
presuntos delincuentes.
Por
si alguien quiere mover ficha en este asunto dejo aquí el enlace a la página de
Greenpeace España
Y,
de paso, ya metido en el papel de “publicista sin sueldo” insisto una vez más
en lo (intelectualmente) nutritiva y sosegante que resulta la lectura de “la marea”.
Es
algo así como esos panes de pueblo que no se ponían duros en muchos días y
podían ingerirse bastante tiempo después de su adquisición sin merma de sus valores
nutricionales ni sus cualidades organolépticas.
Saludos.
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