En principio
hablo exclusivamente en mi propio nombre y representación.
Pero tengo
la sensación de que a más de una de las personas que lea estas líneas le gustaría
decir algo parecido.
Hoy los
periódicos nos dan una nueva alegría.
Modesta, e
incompleta como suelen ser las alegrías “en la casa del pobre”.
Pero alegría
al fin y al cabo.
Ya puestos
podría haberse deshecho de la “ideología” junto con el “ideólogo”, pero no
parece que la cosa vaya por ahí.
En todo caso
bueno es que hayan cesado a este señor que tanto daño ha hecho a la sanidad
pública, a costa de la cual ha vivido muchos años mientras utilizaba su cargo
para destriparla a favor de las empresas de familiares, amigos y jefes
políticos.
Y, ahora que
caigo, rectifico el título del texto y digo: Adiós Sr. Burgueño, espero que le
veamos en los tribunales.
Y, si los
jueces así lo consideran oportuno, verle a usted condenado.
De momento,
para mí, usted es (como otros tantos) un “presunto inocente”
Esperaré.
Saludos.
Y, de
momento, sigámonos alegrando.
SÍ, . . . se puede
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