La verdad es
que no puede decirse que la cosa fuera para “echar cohetes”.
Ni
desbordamos la puerta del Sol, ni tampoco (supongo) desbordamos la capacidad de
los frigoríficos en los que se almacena la sangre extraída a los donantes.
Sin embargo,
mi personal impresión es que, pese a ello, conseguimos nuestro propósito, que
era el de llamar la atención del “ciudadano de a pie”.
“Ciudadano”
que, en su inmensa mayoría, desconoce los teje-manejes que nuestros gobernantes
se traen entre manos mercadeando, en provecho de las empresas (que luego les
terminan agradeciendo “los servicios prestados”) con nuestros derechos básicos
y malvendiendo, o comprometiendo, los bienes y organismos públicos que hasta
hoy los han venido garantizando.
“Ciudadano”
que no sólo desconoce dichos teje-manejes, sino que -cosa más grave aún- en
muchos casos le importan muy poco, porque piensa que “a él” no le afectan.
No obstante
he sido testigo de la receptividad de la gran mayoría de los transeúntes que se
acercaron al autobús y que, una vez informados del motivo de nuestra presencia,
manifestaban su rechazo a la privatización, a la vez que su sorpresa porque una
institución tan venerada y respetada en el imaginario colectivo como es Cruz
Roja, anduviera “metida en negocios”.
Tuvimos también
algún que otro “discrepante a grandes voces”
que insistía en negar la evidencia
de que ese mismo autobús de la Comunidad de Madrid que hoy estaba estacionado a
nuestras espaldas (en el mismo sitio en el que lo ha venido estando durante
años) recogiendo la sangre de los donantes voluntarios y haciendo campaña
educativa para explicar la necesidad de que -quienes estamos sanos- donemos
periódicamente nuestra sangre para quienes no lo están, o han tenido un
accidente, cambiará de dueño (y esperemos que también “de logotipo”) pasará, a partir del día 1 de marzo, a
ser gestionado por Cruz Roja Madrid.
Entidad
privada (Cruz Roja) que, haciendo uso de unos medios públicos (autobús equipado
y arsenal quirúrgico), se dedicará a la “recolección y venta” del producto de
la generosidad de los donantes, suministrándola previo pago de 67 Euros por
bolsa (450+35 ml.) al Centro de Transfusión que, hasta hoy, la conseguía en ese
mismo autobús (y otros seis más, amén de dos furgonetas) sin tener que pagar ni
un solo euro.
En todo
caso, aunque la cerrazón y mala fe de nuestros actuales gobernantes (que no
representantes) les está permitiendo -de momento- saquear nuestro patrimonio y
debilitar nuestras instituciones, la experiencia nos dice que “su tiempo” se
está agotando.
En primer
lugar, porque su desprestigio les está llevando a perder el respeto de la ciudadanía.
Y también, cada día más, la estima de sus propios “feligreses”.
En segundo
lugar, porque ya son varios los “revolcones” y marchas atrás que han tenido que
asumir, debidos tanto a la presión de “la calle” como a intervención de la “justicia”
(lenta justicia) en defensa del cumplimiento de las leyes que pretendían
transgredir.
Y en tercer
lugar porque, aunque costará mucho reconstruir todo lo que estos depredadores están arrasando, es probable que
estos mismos ciudadanos que hoy nos desentendemos de todo lo que no sea el
fútbol, las telenovelas, o nuestras cuestiones “personales”, terminaremos
abriendo los ojos y echando a escobazos de las instituciones a los partidos que
están amparando este saqueo.
También
tengo que añadir que echamos en falta a los trabajadores y vecinos de otros
hospitales (será cosa de la falta de coordinación) pero nos alegramos mucho de haber
podido mostrar nuestra solidaridad con el personal del autobús y con todos los
trabajadores del Centro de Transfusión de Valdebernardo que, pese al ominoso
silencio de los medios de comunicación, tengo entendido que siguen encerrados.
Finalmente
quiero reseñar que llamó mi atención el escrupuloso protocolo que sigue el
personal del Centro de Transfusión para filtrar (antes de proceder a la
extracción) a la población “donante”.
Aunque
parezca cosa de risa, la mayor parte de los miembros de la Plataforma
quedábamos excluidos, por razón de edad la mayoría, y por achaques de salud
alguno más. Pero lo más divertido del asunto fue que incluso alguna de las
personas que supuestamente era “apta para el servicio” fue amablemente
rechazada por una cuestión tan curiosa (para los legos como yo) como el haber
residido anteriormente (y recientemente)en el extranjero.
Y no estoy
hablando de Bangladesh, ni de Etiopía, sino de ese templo de las finanzas y el
cosmopolitismo que es el Reino Unido.
Quiero creer
que, a partir del día 1 de marzo, Cruz Roja seguirá siendo igual de estricta en la
selección de los donantes y que el incentivo de los 67 € por extracción no sea
óbice para mantener el nivel de control.
Porque
aunque estoy seguro de que el rigor de los posteriores análisis que realiza el
Centro de Transfusión, detectará cualquier anomalía, la experiencia me ha
enseñado a desconfiar de las decisiones que se toman cuando hay dinero de por
medio.
SÍ, . . . se puede
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