Desde
febrero hasta junio pasados anduvimos (algunos ilusos) expectantes sobre lo que
podrían -o no- influir en nuestros propios países y en el devenir inmediato de
la Unión Europea, el desenlace de las elecciones italianas y su nuevo gobierno.
Parece
claro que, tanto en este caso, como en el de las elecciones francesas, los
resultados han sido un chasco.
El
Sr. Hollande nos salió “rana” y anda pastando sin ningún pudor por los parajes
de la “3ª vía” (primera salida a la derecha).
Y
en Italia, el Sr. Grillo hizo honor a su noble profesión de bufón y se burló de la política y de sus
propios votantes, consiguiendo, eso sí, mantener la partida en tablas para que
casi todo siguiera como estaba, suministrando oxígeno al Sr. Berlusconi y
dejando en un cómodo segundo plano al Sr. Monti.
El
Sr Bersani falleció (políticamente hablando) víctima de un ataque agudo de “sentido de
estado”.
Y
tuvo que “ponerse al frente del negocio” D. Enrico Letta, el más derechista (moderado,
dirían otros) de los medio-progresistas del Partido Democrático (PD).
Curiosamente,
y aunque atado de pies y manos poco ha podido hacer, ya que la defenestración
de Silvio Berlusconi no ha sido mérito “de nadie”, el Sr. Letta ha resultado
más digno y menos lesivo para los intereses ciudadanos que el Sr. Hollande que,
cuando llegó, prometía poco menos que merendarse ese mismo neoliberalismo por
el que ha fichado sin sonrojo hace unos días.
El Sr. Letta, por si no tuviera suficiente distracción con bregar en el
casposo día a día de la política italiana y en el no menos casposo (y, además, desagradable)
de la política europea, ha tenido que aguantar los zurriagazos de su compañero
de partido y nuevo “milhombres político” (en ciernes) D. Matteo Renzi.
Finalmente
el Sr. Renzi ha forzado la máquina para ocupar el sillón del Sr. Letta quien, con total coherencia y dignidad, se ha
echado a un lado y le ha dejado el campo libre.
Llegados
a este punto, quiero dejar constancia de mi respeto por D. Enrico Letta que llegó
al cargo prometiendo hacer “lo que pudiera” y eso (aunque sea poco) es lo que
ha hecho sin dejarse enredar por ese trilero que es el Sr. Berlusconi.
Y,
por otro lado, aunque no me gustan las prisas de D. Matteo Renzi, ni su
ambición (que más que “política”, me parece “personal”), le deseo mucha suerte
en su empeño.
Porque
si, contra mi pronóstico (y ojalá me equivoque), es capaz de -al menos- sacar
adelante una reforma electoral que liquide los vicios de la actual, ya habrá
justificado de sobra su (para mí) extemporánea
audacia. (Y le “contrataría” para que hiciera eso mismo en mi propio país)
Y
todos saldremos ganando.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario