Tiene
razón D. Rafael Reig al asombrarse de la algarabía que alguna gente ha montado
a cuenta de la falta de sinceridad y escasa (o nula) credibilidad de las
declaraciones de la Sra. Cristina de Borbón ante el juez Castro.
Esta señora no ha hecho otra cosa
que intentar salir lo menos malparada posible del juicio al que se puede ver
abocada.
Y por tanto no es cosa de
escandalizarse de su declaración.
Lo escandaloso (verdaderamente
escandaloso) es su anterior comportamiento, la desvergüenza de su padre que,
por un lado ahueca la voz para pretender ostentar la representación del Estado
y por otro encubre y disculpa a presuntos robaperas y delincuentes como su
yerno y su propia hija.
Lo escandaloso es un gobierno y un “principal
partido de la oposición” que colaboran en ese encubrimiento y disculpa.
Lo escandaloso es el comportamiento
de la Fiscalía del Estado que pervierte su labor y defiende a quien debiera
acusar.
Lo escandaloso es que la Agencia Tributaria
mire para otro lado o retuerza la interpretación de los hechos para librarle a
esta señora de sus responsabilidades.
Escandaloso también el
comportamiento de los medios de comunicación dedicados a fabricar cortinas de
humo y banalizar la gravedad de los hechos.
Todo eso y algunas cosas más son los
verdaderos escándalos.
Esa buena señora no ha hecho otra
cosa que lo que haría cualquier hijo de vecino en sus mismas circunstancias.
Dejémonos de hipocresías.
Saludos.
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