Coincido
con Dª Luisa Lores Agüin (a quien no conozco) en que “Realizar cualquier
crítica a la gestión de la donación y del uso de la sangre humana conlleva gran
responsabilidad, ya que la sangre es un bien imprescindible y gracias a su
donación altruista muchas personas logran recuperar su salud y salvar su vida”.
Y
por otro lado el símbolo de la cruz roja (fundada en Ginebra en 1863) me sigue
imponiendo -aún- un cierto respeto y merece, por su pasado y por la memoria de
sus fundadores y todas las personas de bien que colaboraron y colaboran con
“ella”, poner mucho cuidado antes de denigrar alguna de sus actuaciones.
Dicho
esto y tras meditarlo durante unos días, me decido a proponer que, a partir de
ahora, nos neguemos a donar sangre en los autobuses de Cruz Roja.
La
razón es simplemente que Cruz Roja Española se acaba de convertir en
instrumento (y cómplice) de una nueva puñalada a la sanidad pública.
La
consejería, aprovechando el respeto que infunde ese viejo emblema y nuestra
ignorancia (y previsible desinterés por salir de ella) acaba de abrir la puerta
a la mercantilización de la donación de sangre en nuestro país, que hasta el
presente y por lo que he podido leer, era uno de los escasos reductos del
“libre mercado mundial” donde la sangre
que un ser humano donaba altruistamente la recibía otro ser humano sin tener
que “pagarla”
A
partir de ahora, la sangre que usted o yo donemos a través de Cruz Roja, será
“vendida” al sistema sanitario público por Cruz Roja al módico precio de 167,50
Euros por litro. (67,00 Euros por cada bolsa de 400 c.c.)
No
voy a ser tan simple como para afirmar que anteriormente la “recolección” a
través de esos mismos autobuses propiedad de la Consejería, que hoy el Sr. Lasquetty le regala hoy a Cruz
Roja, no costaba nada.
Evidentemente
el mantenimiento del “Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid” con sus
aproximadamente 220 trabajadores, sus 7 autobuses, 5 furgonetas y el propio
edificio donde se ubica el laboratorio tiene un coste (exactamente 26.416.806
Euros/año, según los Presupuestos de 2013).
Pero
en ese presupuesto, además de los costes de las “extracciones” están incluidos
los del “procesamiento” y envío “gratuito” de dicha sangre a los hospitales de
la red pública (200.000 uds/año), los de los 345.000 análisis que se realizan a
los donantes y el coste de las campañas de divulgación y concienciación que nos
convierten en una de las comunidades más eficientes y autosuficientes en esta
materia.
No
voy a extenderme más porque el artículo en cuestión es mucho más informativo y
más riguroso.
Me
limito a opinar lo siguiente:
1
Esta
“concesión” (pagada) a Cruz Roja del derecho exclusivo a recoger la sangre de
los donantes en los autobuses es un primer paso para camuflar la
mercantilización de una actividad –la donación- realizada hasta el momento de
manera altruista por los ciudadanos.
2
Sintiéndolo
mucho y con todos mis respetos hacia los voluntarios y personas “de bien” que
colaboran desinteresadamente (y eficazmente) con Cruz Roja, pienso que esta institución
lleva camino de, cómo le ocurrió a la ONCE (Organización Nacional de Ciegos),
convertirse en una herramienta más de la privatización de los servicios
públicos aprovechando “la careta” de su historia humanitaria.
3
El
actual presidente (banquero imputado en la turbia gestión de Bankia) no es
precisamente Jean Henry Dunant (fundador de Cruz Roja) sino más bien uno de
esos “encargados” (a veces sicarios) que el mundo financiero y gran empresarial
utilizan para disfrazar de “respetables” sus saqueos.
4
Por
esta razón invito a quien comparta este análisis a no donar sangre en los
autobuses que el Sr. Consejero le ha regalado a Cruz Roja.
5
Invito
a todos los que ya eran donantes -y a los que aún no lo son- a intensificar sus
donaciones en los centros públicos y, de paso, comentar este asunto con el
personal del servicio que les atiendan.
Saludos.
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