Aunque
no le sigo de cerca, y sus “compañías” me producen a menudo una cierta
inquietud, lo cierto es que sigo considerando a D. Julio Anguita González como
una cabeza pensante de gran valía, como un lúcido espectador (y analista) de los
tiempos que vivimos y también (y sobre todo) como una persona intelectualmente
honesta e insobornable.
Por
otra parte, dado que los foros habituales de la progresía, debido a su aspereza
de trato y su discurso puramente ideológico y aparentemente desenganchado de “la
realidad”, no le conceden mucho (ni poco) espacio, nos resulta complicado seguir
sus opiniones a los que no somos
fervientes seguidores ni estamos apuntados a ningún club de admiradores.
Curiosamente
es en un diario económico perfectamente neoliberal donde, de vez en cuando, se
puede uno topar con sus escuetos análisis.
Este
de hoy me ha parecido muy oportuno porque pienso que, a base de repetírnoslo, nos
estamos empezado a creer que la solución al desempleo pasa por montarnos
nuestro propio empleo.
Y
a base de ensalzar la figura del “emprendedor” están lavando la cara a lo que
no es más que una operación más para destruir al Estado por la vía de quitarle
todo tipo de responsabilidades para con los ciudadanos.
Y,
aparte de coincidir en todo con su punto de vista, considero necesario que nos
paremos un momento a pensar en lo que tiene de “desfalco” esta nueva “oferta”
que nos están haciendo los gobiernos del mundo ¿desarrollado?,
Oferta
que, en el fondo, consiste en que nuestros hijos (o nosotros, si no tenemos más
remedio) se costeen “los pertrechos”, monten un “negocio” y se pongan en la esquina para ver si “levantan algún cliente” que, con suerte y como mucho, les irá suministrando el trabajo con
cuentagotas en la medida que no encuentre otro más barato o más dócil.
Y
sin asumir ninguna responsabilidad sobre su hambre, sus necesidades,
ni –mucho menos- su futuro. Cosa que de algún modo hacen las empresas
normales.
Lo
malo del caso es que esa morralla nos la envuelven en celofán ideológico y
termina por resultar tan apetitosa como esa cosa que llaman Mcnuggets” que, por
lo visto, tras un análisis de laboratorio, están compuestos poco menos que, de
mierda (gastronómicamente hablando).
Ahí
queda por si alguien quiere meditar sobre el particular.
Y
quede claro que no soy funcionario, ni asalariado de nadie y tengo en muy alta
estima a quienes se organizan la vida por su cuenta.
Pero
esto es otro asunto.
Saludos.
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