Que nadie espere ver aquí las fotos
del Dr. Burgueño, ni de Fernández-Lasquetty (ni de otros muchos).
Y no porque los rostros de dichos
señores no pudieran muy bien ilustrar (merecidamente) la galería de retratos de
los mayores depredadores del sistema nacional de salud (SNS).
A lo que quiero referirme bajo este
título es a las distintas formas de saqueo que los “responsables” (algún
día habrá que exigirles dicha “responsabilidad”) de la sanidad pública
vienen diseñando, legalizando y perpetrando.
Hemos recibido recientemente una
gran alegría a cuenta de una pequeña (y provisional) victoria legal
(la suspensión cautelar de la privatización de 6 hospitales madrileños), pero
no podemos dejar de plantar batalla en la multitud de “frentes” por los que “el
mercado” (los mercaderes, más bien) está invadiendo, parasitando y
apropiándose de algo tan serio e irrenunciable como es el Derecho a la salud.
En este primer comentario me voy a
limitar a mencionar alguna de las últimas mentiras que han puesto en
circulación:
La cosa, así
contada, suena bastante bien; El ministerio mediante, una simple
“reordenación”, va conseguir que ahorremos 900 millones Euros.
Ya iba siendo hora de que la señora
Mato hiciera algo de provecho.
Sin embargo, leyendo la
letra pequeña, resulta que no es que vayamos a ahorrar 900 millones de
Euros, sino que esos 900 millones los vamos a pagar directamente de nuestro
bolsillo para que el gobierno se los ahorre (y pueda entregárselos a los
bancos, supongo).
El mecanismo consiste en “suprimir” (no
reordenar) determinadas prestaciones que hasta ayer realizaba gratuitamente
el SNS y convertirlas en servicios “de pago” (o copago).
Y así, si usted necesita un implante
cardiovascular, o una prótesis de cadera, tendrá que pagársela (al menos
parcialmente) de su propio bolsillo.
El rey ya va a pagarse la suya
dentro de unos días, para dar ejemplo.
Esto no es más que un nuevo
atropello y un robo a los más débiles que se producirá en uno de los
peores momentos de su existencia (cuando caigan enfermos).
Porque lo cierto es que, aunque se
habla mucho de “lo generosa” que es la sanidad pública española, yo todavía
no conozco a nadie que se haya hecho un by-pass de aorta, o implantado
una prótesis de rodilla (o cadera) por mero capricho.
Y hasta el presente hemos sido
capaces de garantizar
(con el dinero de todos) que quien, a su pesar, “cayera en desgracia”,
no tuviera que añadir a dicha “desgracia” la de no poder curarse, o tener
que arruinarse (él, o su familia) para poder hacerlo.
A estas alturas ya nada nos
sorprende porque hemos interiorizado que nuestros gobernantes son lisa y
llanamente
(salvo excepciones) unos simples mangantes, o bien unos miserables
capataces de los amos del negocio sanitario (y del resto de los negocios) que
hoy destruyen los servicios públicos con la vista puesta (mañana) en un sillón
en la empresa privada.
Y por esta razón, parece inevitable
que,
dado que pese a la evidencia, quienes ahora gobiernan, amparados en la mayoría
absoluta, la venalidad de algunos tribunales y la ceguera y falta de
implicación de muchos de nosotros (los ciudadanos), no van a cambiar de rumbo, no
habrá más remedio que irse organizando para ejercer la desobediencia civil.
Porque lo que es claro es que, si se
les deja “sueltos”,
en los 20 meses que faltan hasta unas nuevas elecciones autonómicas (24 meses
para las generales) pueden abocar todo el sistema sanitario nacional a una
situación de desmantelamiento difícilmente reversible.
Y por lo tanto, cada
uno de los ciudadanos que compartimos este punto de vista, no tenemos más
remedio que salir al desierto a “predicar” (a una ciudadanía que
lamentablemente aún no se ha enterado) la necesidad de estar informado de todo (permanentemente)
y organizarnos, civil y pacíficamente, para para defender lo que los
políticos y sus subalternos no sólo no defienden, sino que destruyen.
Y para bloquear en los tribunales y
con nuestra “desobediencia” (recordemos “el euro por receta”) todas
estas medidas (y las que vengan).
Saludos.
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