Desde
hace mucho tiempo vengo maliciándome de que una buena parte de las barbaridades
que salen por la boca de nuestros gobernantes y, sobre todo, de los
representantes de esas siniestras instituciones que nadie ha elegido (FMI, BCE,
OCDE, OMC, G-20, BDE, . . .) pero que, de facto, gobiernan sobre los gobiernos,
las leyes y las constituciones de nuestros países, no son sino provocaciones
para amedrentarnos y hacernos mirar hacia otro lado como modo de hacer más
digeribles extorsiones y recortes de derechos, que -planteadas directamente-
podrían provocar la insurrección del personal.
Y
eso es exactamente lo que pienso de la actual provocación del FMI, el BCE, el
BDE y la Comisión Europea que, con toda la desfachatez del mundo, han reclamado
recientemente al unísono una rebaja general de salarios.
Con
ello se trata, desde mi punto de vista, de conseguir tres cosas:
La
primera: que, acostumbrados ya a ver caer las 10 plagas de Egipto sobre
nuestras costillas cada vez que una de esas infames instituciones (o sus
voceros) abren la boca, nos vayamos concienciando de que se avecina un nuevo recorte.
La
segunda es el permitir convertir a los cobardes y traidores (Gobierno, patronal
y, si se me apura, también los sindicatos) en héroes que ya han salido en
tromba “parándoles los pies” a los organismos internacionales y cacareando que
no piensan consentir semejante reducción de salarios.
Y
la tercera, que es el verdadero objetivo de semejantes fuegos de artificio, es
el desviar nuestra atención al asunto de la rebaja de los salarios nominales,
mientras, como alternativa, nos ofrecen cambiar dicha rebaja por una rebaja de
las “cargas sociales” tal y como ya está demandando la CEOE (sin que los
sindicatos estén pestañeando).
Lo
malo del caso es que, aunque (a mi modo de ver) la estratagema es clara como el
caldo de un asilo, una buena parte de la ciudadanía (y que me perdone) es
incapaz de ver más allá de sus propias narices y “entra al trapo” de cualquier señuelo
que le pongan por delante sin percatarse que detrás del “capote” está el “estoque”.
Porque
lo cierto es que las cotizaciones sociales forman parte del salario, aunque se
cobren “en diferido” (al jubilarse) y, aunque hoy el trabajador no vea mermado
el monto de su nómina, lo cierto es que el empresario, a la chita callando, se está
ahorrando una parte de su sueldo.
Y,
peor aún (y pienso que esa es la verdadera carga de profundidad) esa rebaja de
cotizaciones sociales implicará (unos meses más tarde) la progresiva
descapitalización de las cuentas de la Seguridad Social para hacer realidad “por
fin” la mentira tan insistentemente publicitada por la banca y sus “100
economistas” (de plantilla y pesebre) de que el Sistema Público de Pensiones es
“insostenible”.
Y
ese (aparte de ahorrarles unos dineritos a los Díaz-Ferrán y Arturos González
de turno) es el verdadero manjar que está esperando, con la boca abierta y babeante
de jugos gástricos, el sistema financiero (banca y aseguradoras).
Quizá,
aunque ahora en agosto no quepa esperar que nadie vuelva a su ciudad de origen
a montarle una bronca al gobierno, debiéramos irnos haciendo el firme propósito de acudir a cada una de las manifestaciones
que se convoquen a partir del mes de Septiembre.
Lo
digo por nuestro propio bien.
Saludos.
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