Hará
cosa de un año me quedé con las ganas de ridiculizar una serie de fotografías publicadas
a bombo y platillo por El País y otros periódicos, en las que se pretendía
describir gráficamente la lucha de del “pueblo sirio” (representado por el
Ejército Rebelde) contra el régimen de Bachar al Asad.
Me
abstuve de hacerlo por respeto a las personas que estaban sufriendo en sus
carnes la crueldad de una guerra “de diseño” montada casi exclusivamente (en mi
opinión) para desestabilizar a Irán, favorecer al gobierno israelí y, además (o
sobre todo, quien sabe) abrir nuevos nichos de mercado a las empresas de
armamento y los “contratistas” (ejércitos mercenarios de empresas norteamericanas,
inglesas, francesas y belgas).
A
día de hoy lamento no haberlo hecho y, sobre todo, no haberme guardado aquellas
ridículas (y primorosas) fotografías que apestaban a “teatrillo” escenográfico
con un vestuario más propio de “Cornejo” que de los ciudadanos sirios.
Debo
decir que posteriormente, ya sin tantas alharacas, se dio por sentado que toda
aquella parafernalia gráfica no era más que pura propaganda para intentar
vendernos la necesidad de invadir Siria igual que anteriormente invadimos Irak
y, posteriormente, Libia.
Hoy
el asunto es más espinoso, y pudiera ser más grave.
Y
por eso llevo un par de días reprimiéndome las ganas de decir que, con todos
los respetos y todas las cautelas del mundo, opino que el tan cacareado ataque
con armas químicas que inicialmente ha matado a 1.300 civiles (ahora se habla
de 288) no es más que una nueva y cínica patraña.
Montada
con el beneplácito de Londres y Paris, con la complicidad de los medios de comunicación
y el silencio distante de los EEUU (que no tienen mucho interés en meterse en
estos momentos en un nuevo avispero, ni entrenar a otro Bin Laden) para justificar
ante la opinión pública una intervención militar que saque a Bachar al Asad del
poder.
He
llegado a esa conclusión (y ojalá no me haya equivocado) tras verme con
bastante detenimiento unos cuantos vídeos y fotografías que, por distintas razones
(manierismo, exquisita calidad y cuidado en la alineación y agrupación de los
cuerpos, confección y remate de los sudarios y otra serie de pequeños detalles),
me hacen pensar que, aunque una parte de las imágenes puedan corresponder a
situaciones reales de ataques con armas químicas, dichos vídeos incluyen muchos
“montajes” ajenos a la realidad de los hechos.
Hoy,
confiando en no haberme equivocado y pidiendo de antemano disculpas (a los
sirios que son las víctimas de unos y de otros) me he decidido a abrir la boca y
propongo echarle un ojo a estos dos enlaces que en ningún caso justifican ese
posible crimen, pero que cuestionan y puntualizan las informaciones que nos
están “vendiendo”
Aunque
da vergüenza tener que insistir en ello, quiero dejar claro que en ningún caso
justifico al señor Bachar al Asad, ni tampoco a su régimen.
Y
mucho menos al derecho de veto (en la ONU) que ha permitido que Rusia y China
impidan la petición de una investigación independiente.
Y añado que espero no estarme equivocando y que todo esto no sea más que
un nuevo episodio de la miserable guerra mediática que, a costa del sufrimiento
de los ciudadanos sirios, están librando determinados intereses occidentales.
Y,
también, para que no queden dudas, quiero aclarar que el régimen sirio no me parece
peor que el Saudí. Y eso por referirme tan sólo a uno de los geográficamente
más cercanos al que, sin embargo esos mismos medios de comunicación y nuestros
ministerios de asuntos exteriores, tratan con guante de seda.
Ahora
voy a colocarme la chichonera para aliviar los coscorrones que ya estoy
barruntando.
Lo
dicho, ¡ojalá NO me equivoque! (me refiero a lo de los muertos, no a lo de los
coscorrones)
Saludos.
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