Aunque pueda parecer una
utopía, dejaría de serlo si los ciudadanos, (usted, tú y yo) simplemente
decidiéramos dejar de hacer de comparsas con nuestro silencio y nuestra
vagancia al miserable (moralmente hablando) espectáculo que cada mañana nos
ofrece la realidad política de este país.
Vale
la pena leerse de principio a fin esta “…modesta
proposición para salir del sainete democrático” (Juan Carlos
Monedero, Público.es, 16-VII-2013)
A
veces las cosas son mucho más sencillas de lo que pensamos.
Y
ni siquiera tenemos que tomar decisiones “heroicas”, ni echarnos al monte.
Para
algunas, bastaría tan sólo con que nos negáramos a colaborar en la farsa y a
comulgar con ruedas de molino.
Y
que, por respeto a nuestra propia dignidad, les neguemos el saludo a quienes (“de
los nuestros”, o “de los otros”) no alcanzan ni siquiera los mínimos de
honestidad que nosotros diariamente ejercitamos.
Y
que, para dejar clara nuestra determinación, seamos disciplinados en no volver
a incurrir en el error de darle una nueva oportunidad al “mal menor”.
El
“mal menor”, cuando se le alimenta, se convierte en “mal mayor”.
Y,
si lo pensamos detenidamente, llegaremos a la conclusión de que aquellas
pequeñas corruptelas (picardías las llamábamos) al fermentar en el caldo de
cultivo de nuestra tolerancia y nuestra indiferencia, se convirtieron en la
montaña de indecencia que hoy nos impide vislumbrar el horizonte y apesta
nuestro país y nuestra existencia.
Y
también es preciso que perdamos el miedo a lo que pueda pasar si echamos a
todos los que tienen las manos sucias.
En
todas las sensibilidades ideológicas y en todos los partidos hay gente decente
y capacitada. (en general suelen ser más que los golfos y vividores políticos).
No
voy a seguir cantando las alabanzas de la “propuesta” no vaya a ser que se
descubra que soy un iluso.
O,
peor aún, que mis escasos lectores malgasten su tiempo disponible en este
modesto exordio, en lugar de leerse el guión de la obra que podríamos llegar a
interpretar a poco que cada uno de nosotros ensayemos nuestros modestos
papeles.
Insisto:
para entender el guión hay que leerse el “libreto” de principio a fin.
La
representación podría resultar muy divertida y muy provechosa para nuestra
salud (mental, moral, laboral y económica).
Saludos.
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