Andaba yo
(que quizá sea un poco paranoico) un tanto mohíno en estas últimas semanas
preguntándome qué narices hacía el Sr. Fiscal General del Estado, manoseando el
caso Bárcenas sin ordenar ni una sola diligencia “de provecho” (confiscación de
las cajas de Génova, intervención de líneas telefónicas, petición de documentos
contables “oficiales, retirada del pasaporte al esquiador, . . . ).
De hecho, he
llegado a revivir aquellos aciagos días en los que el impresentable D. Jesús
Cardenal ordenó al fiscal anticorrupción (Sr. Fernández Villarejo) abstenerse
de cualquier iniciativa relacionada con los “presuntos” corruptos (constructores,
diputados y otros inductores) que, en las elecciones regionales de 2003, ante
la previsión de que el Área de urbanismo y Vivienda cayera en manos de
Izquierda Unida (y el PSOE perdiera su control) hicieron cambiar de idea a una parejita
de diputados (él con ciertas “tablas” y ella, con perdón, una perfecta
indocumentada) y le dieron el gobierno regional a Doña Esperanza Aguirre (10
años hace ya).
Bueno, pues
algo parecido es lo que me estaba temiendo (y creo no ser el único), cuando
finalmente el juez Pablo Ruz “movió ficha” y pidió a la fiscalía que dejara de
perder el tiempo.
Los bobos
como yo, nos alegramos.
Y más aún
cuando supimos que, por fin, alguien había presentado una querella (que no,
demanda) contra el presunto corrupto, los presuntos corruptores y los presuntos
beneficiados (sin quererlo).
Bueno: Pues
ahora resulta que, como nos descuidemos, nos vuelven a tomar el pelo de nuevo.
Recomiendo
la lectura de estos dos enlaces para que sepamos lo que algunos pueden estar
tramando, para que la publicidad del asunto les invite a quedarse quietos.
“La
estrategia del PP para desinflar el caso Bárcenas” (Gonzalo Boye Tuset, eldiario.es 10-III-2013)
Conviene que lo sepamos y lo divulguemos.
Y, aunque algunos seamos agnósticos (o decididamente ateos), que recemos
lo que recordemos de nuestra niñez para que no “empapelen” al juez Gómez
Bermúdez como hicieron con Baltasar Garzón.
Ya que “el asunto” en cuestión reviste más peligro que el transporte de
un carro con nitroglicerina por una calzada romana.
Saludos.
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