Desde
hace un mes, más o menos, se venía transmitiendo esta información por el método
“boca a boca” (más bien, boca a oreja).
Pero,
aun teniendo todos los visos de ser cierta, era preciso no hacer demasiados aspavientos,
sin tener la certeza de que los datos eran “exactos”.
Hoy,
Elena García Sevillano, a quien los ciudadanos y la Sanidad pública de este
país tenemos mucho que agradecer, documenta (con la solvencia a que nos tiene
acostumbrados) este nuevo (y nuevamente escandaloso) comportamiento de nuestros
impresentables y mafiosos responsables políticos y administrativos.
Y
digo lo de “mafiosos” porque es el calificativo que merece quien,
aprovechándose de la angustia ajena (el enfermo) comercia con su dolor y su
desconocimiento para favorecer unas empresas (las clínicas privadas) que hace
tiempo olvidaron su vocación de servicio a la sociedad para convertirse en
meros negocios (como Burger King) pero con la ventaja de una demanda cautiva
que no puede evitar la enfermedad.
Vale
la pena leerlo y, pienso yo, divulgarlo.
Porque
en el rechazo de estas intimidaciones por parte de la ciudadanía está una gran
parte de la fuerza que puede hacer valer nuestra Razón.
Y,
dicho esto, ¿A qué esperan los Sindicatos y los Partidos Políticos para llevar
ante la fiscalía unos hechos que, se mire como se mire, tendrían al menos (según
mi criterio) la calificación de “falsedad”, por un lado y “malversación de
caudales públicos” por otro.?
Saludos.
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