Increíblemente,
algunos amigos me han llamado en estos días para interesarse por mi salud al
percatarse de que llevo diez días sin martirizarles con mis habituales
monsergas pseudofilosóficas.
Agradezco
el detalle, tanto por la estima que demuestran por mi persona, cómo por suponer
que quizá me echan de menos, aunque sea (como es lo más habitual) para llamarme
“pesado”.
Las
razones de mi “ausencia” son un tanto peregrinas.
Por
un lado me ocurre como a la mayoría de los recién jubilados; Que tienen menos
tiempo libre que cuando trabajaban.
En
mi caso no estoy (ni estaré en mucho tiempo) jubilado, pero lo cierto es que
cuanto menos trabajo tengo en mi estudio, más me cuesta llevarlo al día.
Por
otra parte me engolfé en las protestas de los vecinos y pacientes del Hospital
General Universitario de la Princesa (el
de Diego de León) y aunque las “procesiones” (se trata de dar la vuelta a la
manzana) duran exactamente media hora (a las 11:00 y a las 18:00) esta afición
se ha convertido en un “sinvivir”.
Menos
mal que me pilla cerca y tengo moto.
También
las excursiones a la Asamblea de Madrid (en Vallecas, donde cristo perdió el
gorro) y alguna que otra asamblea del personal de hospital han contribuido a “distraerme”
De
todos modos aquí estoy y, lamento comunicarlo, con ánimo de seguir incordiando.
Son
tantos los temas “inaplazables” que se me han ido quedando en el tintero
(teclado, más bien) que no sé por dónde empezar y por ello hoy me limito a
proponer echarles un ojo a tres textos recientes publicados hoy en “Público y “eldiario”.
Uno
de ellos, el de Aníbal Malvar, es más bien lúdico y festivo (aunque no deja de
plantear una opción “interesante”) y los otros dos son de carácter más
didáctico y formativo uno sobre la reforma laboral y otro sobre la Sanidad
Pública.
Ahí
quedan para quien quiera.
Saludos
y buenas tardes.
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