La
cosa debe tener más importancia de la que parece porque, si no, no se explica.
Ayer
por la tarde y esta mañana, escuchando la radio y tras hojear los periódicos,
algunos medios se hacían eco de las ausencias de los nacionalistas catalanes y vascos
y, también de D. Cayo Lara en representación de la Izquierda Plural (Que agrupa
a bastante gente más que Izquierda Unida y el PCE) de la celebración del 34 aniversario de la Constitución.
A
estas horas, revisando los mismos medios (en versión digital), dicha noticia
está prácticamente desaparecida.
En
todo caso quiero resaltarla para felicitar a D. Cayo Lara por su “desmarque” de
un teatrillo que cada vez huele más a rancio y a burla a la ciudadanía.
Y,
también, para preguntarme, en voz alta, si no será que la Constitución Española
ha muerto y lo que tenemos sobre el papel son simplemente sus despojos que van
pudriéndose a la intemperie del bipartidismo y el libre mercado, mientras nadie
tiene la valentía de certificar su defunción y oficiar su funeral.
Pienso
que, aparte de las taras que acompañaron su nacimiento, murió de la puñalada
trapera que los dos partidos mayoritarios le propinaron el 2 de Septiembre de
2011.
Esa
tarde, para vergüenza de muchos, hubo 316 diputados, del PSOE, que fue quien lo
propició, del PP que no podía ni creérselo (y de UPN) que, con el único voto en
contra del diputado Gaspar Llamazares, la abstención de PNV, CIU y UPyD y la ausencia de los diputados de
ICV, ERC, BNG y Nafarroa Bai, aprobaron modificar el artículo 135.
Dicho
“remiendo” se hizo exclusivamente para que, por un lado, el gobierno de turno
no pueda en adelante decidir sobre asuntos económicos sin permiso de la banca
y, por otro (y de propina), para garantizar que antes de pagarán los intereses
de la usura que las necesidades de los ciudadanos.
Mi
enhorabuena a la Izquierda Plural por no prestarse ayer a la farsa de la
celebración del cumpleaños de un muerto viviente.
Habrá
que parir una nueva constitución y para ello primero tendremos que preñarnos (de Ideas), nosotros
los ciudadanos.
Y
sacudirnos la caspa y rascarnos las múltiples capas de roña que venimos
arrastrando pensado que son un traje, cuando en realidad es una camisa de
fuerza, bastante sucia y rota. (por el mal uso)
Saludos.
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