Desde
la indignación
de contemplar a diario, cómo se hace pagar a los más débiles y honrados las
estafas y el despilfarro de los más poderosos e irresponsables;
desde
la indignación
de contemplar a diario, el saqueo del patrimonio público a manos de unos gobernantes
incompetentes, cuando no directamente desleales y corruptos;
desde
la indignación
de contemplar a diario, la liquidación de los derechos sociales de los ciudadanos para favorecer los negocios
particulares de una casta insolidaria y parasitaria.
Desde
la vergüenza
de ver a quienes debieran ser mis representantes traicionando la confianza que
recibieron del pueblo llano del que formo parte;
desde
la vergüenza
de ser ciudadano de un “Estado pordiosero” que anda mendigando rescates y
limosnas y saqueando los derechos y de los ciudadanos para cubrir las
vergüenzas de los bancos y ocultar la quiebra del sistema financiero;
desde
la vergüenza
de ser gobernado por un gobierno que
indulta a banqueros ladrones y chantajistas, a funcionarios y políticos
corruptos y a policías torturadores.
Desde
la decepción
de comprobar cómo muchos de nosotros no somos conscientes de la gravedad del momento
que estamos viviendo;
desde
la decepción
de saber que (aun siendo conscientes) otros muchos de nosotros nos limitamos a
lamentarnos sin hacer nada distinto de lo que hicimos el día anterior.
desde
la decepción
de escuchar cómo muchos de nosotros aceptamos que nos culpabilicen de lo que no
somos culpables.
Desde todos
esos tristes estados de ánimo,
pero,
también,
desde
mi firme voluntad de no allanarme a la injusticia;
desde
mi convencimiento
de que otro mundo es posible si lo construimos con nuestras propias manos, con
nuestra solidaridad, con nuestra honradez y nuestro trabajo;
desde
mi convencimiento
de que somos muchos más los ciudadanos que trabajamos haciendo cosas útiles que
los parásitos y buscavidas que viven a nuestra costa;
y,
sobre todo, desde la confianza y el afecto, o la estima, que profeso a todas
las personas a quienes llegará este escrito,
Digo
que: ¡Felices fiestas!
Y
que el próximo año será tan bueno como seamos capaces de merecerlo por nuestro
esfuerzo.
¡FELIZ
NAVIDAD!
Madrid, 17 de diciembre del año de desgracias de 2012.
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