Lo
siento; no puedo evitarlo.
Aunque
cada día que pasa me va pareciendo mejor “eldiario.es”,
me resisto a hacerle el panegírico, tanto por el pudor de no publicitar mis
propias preferencias, como por entender que cada quién llegará a él por sus
propios medios o curiosidad.
Y,
si no llega, quizá no valga la pena incitarle.
Sin
embargo no quiero dejar pasar la ocasión de invitar, a quien quiera leerlo, a
degustar este lúcido, y de momento sombrío, análisis que hace Ignacio Escolar
del inmediato futuro que nos aguarda a la vuelta de la esquina.
Mi
consuelo (optimista irredento como soy) es que, si tomamos conciencia de la
situación y nos hacemos oír, en la calle, en las urnas, en la barra del bar, en
el boca a boca, en nuestro comportamiento diario, . . , podremos: Primero
frenarlo, después revertirlo y, si somos inteligentes y constantes, cambiar las
reglas del juego para que no siempre gane “la banca” (los poderosos).
También,
ya que estamos, hago un llamamiento, sobre todo a mis amigos, a razonar que un
periódico, como cualquier otra empresa, necesita tener ingresos para poder
pagar a sus trabajadores (periodistas y los que no lo son) y poder salir cada
día a la calle (a la pantalla en este caso) sin tener que “tener cuidado con lo
que se dice” porque te pueden “racionar el pienso”.
O
sea: Que no seamos tan cenutrios como lo fuimos con el difunto diario “Público” (de
papel) al que todos encomiábamos y cuyas informaciones todos divulgábamos y recomendábamos
mientras la mayoría (entre la que me incluyo) jamás lo comprábamos.
Es
decir, que tomemos conciencia de que el trabajo hay que pagarlo y, además, que
los 60,00 € que cuesta la suscripción (por un año) están, de momento, al
alcance de muchos de nosotros.
Y,
además, sirven para que quien no los tenga, o no los quiera pagar, pueda leer
un periódico que, hoy por hoy y desde mi particular punto de vista, es Independiente.
Y
que quede claro que no me han contratado como agente comercial (afortunadamente
para ellos)
Saludos.
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