Bajo el inocente titular de “Los obispos rezan por
su dinero” el periodista Manuel Saco, (D. Manuel Saco Cid, según el Registro
Civil de Orense y Manolo Saco para sus amigos), se despacha “a gusto” tanto
contra la de todos conocida (y rentable) tendencia del poder eclesiástico a
situarse, siempre y en toda circunstancia, del lado de los ganadores, como -sobre
todo- en contra de los nacionalismos “de andar por casa” a los que determinados
partidos políticos recurren para mantener su aura diferencial aun cuando, si se
les mira bien los bajos, la cosa es mucho más sencilla: Son simplemente
partidos “de izquierdas” o, preferentemente, “de derechas”.
La gracia del asunto está en que, tras confesar su
escaso aprecio por ellos, llega a la conclusión de que, quizá, lo menos malo
sea un planteamiento federalista.
Y para ello utiliza algo parecido al método de la “reducción
al absurdo”, consistente en, cuando uno no puede demostrar algo de un modo
positivo, intentar demostrar lo contrario y, si no resulta posible, dar por
buena la hipótesis primitiva.
Además, por el mismo precio, incluye una historia
que yo desconocía relativa a un clérigo matarife que dejó inmortalizado el poeta
Miguel Hernández en unos versos
escasamente divulgados escritos poco antes de su muerte.
Tengo que decir que coincido personalmente con Manuel
Saco en su escaso aprecio por los nacionalismos.
Aunque he llegado a la conclusión de que, en el
punto en que nos encontramos, la salida de lo que yo denomino “el pantano de
las 17 autonomías” hay que hacerla por la orilla contraria a la que nos
embarcamos.
Y, además, sin agravios mutuos y, en mi caso,
convencidos de que “ese debate”, “en estas circunstancias” puede resultar muy
oportuno.
Y podremos aprovechar para sacudirnos parte de la caspa que llevamos sobre nuestros hombros (monarquía, sistema electoral, oligopolios, . . .)
Y podremos aprovechar para sacudirnos parte de la caspa que llevamos sobre nuestros hombros (monarquía, sistema electoral, oligopolios, . . .)
Que así sea y todos tengamos ocasión de vivirlo.
Saludos.
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