Y
de Jesucristo, y de Buda, y de Siva, y de Yahvé, y de D. Carlos Marx, y del Rey
Juan Carlos, y de mi propia sombra.
No
tengo nada contra ninguno de ellos(ni siquiera contra mí mismo), pero no estoy
dispuesto a que nadie me impida pensar u opinar lo que se me antoje, siempre y
cuando no rebase los límites que marcan las leyes del país donde estoy.
Con
las religiones me ocurre lo mismo que con los nacionalismos. No les tengo ningún
aprecio.
Y
sin embargo conozco a varios nacionalistas que son excelentes personas,
inteligentes, honestas y amigables.
Incluso
cultivo la amistad de un viejo cura católico José Martín Hernández (que me perdone que le publicite) de quien
puedo decir que, si el resto de la humanidad fuéramos tan sólo la cuarta parte
de honestos, solidarios, generosos e inconformistas que él, el mundo sería un
sitio mucho, mucho, mejor de lo que es.
Por
este motivo, me uno a todos los que, desde el respeto a las leyes, reivindican
la libertad de pensamiento y expresión.
Y
lamento, por mucha “razón de estado” que haya de por medio, la bajada de
pantalones del presidente francés Mr. Francois Hollande.
La
Libertad no puede tener otros límites que las leyes y el respeto a los demás.
Y
cada concesión a la intransigencia y la burricie en este tema es, desde mi
punto de vista, inadmisible.
Xabel-Vegas
lo expone muy acertadamente.
Saludos.
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