Desde
la debacle del Diario Público (el de papel), a cuyo cierre contribuimos muchos
con nuestra frivolidad de andar por ahí cantando sus alabanzas y encomiando sus
artículos, pero comprando El País (o no comprando ningún periódico), venía
echando en falta los deliciosos (por lo bien escritos), instructivos (por lo afinado
del análisis) y balsámicos (por la falta de mala leche y la franciscana
sencillez de sus propuestas), artículos de Luis García Montero.
En
los últimos tiempos, tras un largo periodo de incertidumbre, parece que el diario
Público (al menos la edición digital) se va consolidando de la mano de sus
nuevos-viejos “amos” y así voy viendo revivir las viñetas de Alfons López, las
colaboraciones de López Torres y otros muchos que no menciono para no dejarme a
nadie fuera.
Sigo
echando en falta a Jesús Maraña e Ignacio Escolar, por sólo citar dos nombres, y aunque soy consciente de que resultará imposible recoger el agua derramada,
hago votos porque vuelvan todos los que estaban (y quieran volver).
Hoy,
como digo, me he llevado la agradable sorpresa de encontrar este artículo de
Luis García Montero.
Y,
tras leerlo, no puedo evitar ofrecerlo a cualquier persona de buena voluntad
que, más que poner a caer de un burro a tantos que realmente se lo merecen,
quiera razonar cual es la causa original de nuestra lamentable situación.
La
actual incuria política, económica y social que padecemos no son más que los hijos naturales
de nuestra propia dejación moral, sumada al cinismo, la estupidez o la falta de
coraje de quienes se han puesto (o se pusieron) al frente sin dar la talla para ello.
Lo
estamos purgando, pero más valdrá que empecemos a enmendarnos y enmendarlo.
Saludos
y buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario