Y además me admiro de la capacidad didáctica de
una simple viñeta (dos en este caso)
Ahí queda esta pequeña fábula gráfica para que
cada quien saque su propia moraleja y todos aprendamos a ser prudentes cuando
la impaciencia (o la prepotencia) nos invita a abrir la boca sólo para
desahogarnos.
“Ramón” (Ramón Rodríguez, El País 16-IV-2012)
Mando el enlace porque el resto de las viñetas,
algunas de las cuales nunca atino a localizar en la edición de papel, también
merecen una ojeada (u Hojeada, según se mire)
Saludos.
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