2/4/12

¿Dónde estamos? (II)

Esperaba esta segunda entrega del discurso de D. Julio Anguita intrigado y preocupado por su afirmación de que “hemos perdido la guerra”.
Hoy, a la vista de la continuación de su discurso, tengo que decir que estoy completamente de acuerdo con su análisis y, aunque no me guste, quizá deba reconocer que la guerra, “esta guerra”, se ha terminado y la hemos perdido irremisiblemente.
Mi consuelo, y pienso que el de muchos, es el pensar que “esta guerra” no era mi guerra, sino la guerra de los amigables componedores que, considerándose gente “de izquierdas”, cometieron la imprudencia de aceptar para batirse en duelo las armas del adversario, sin percatarse de que, por el mero hecho de aceptar las reglas de juego del “mercado”, es decir el beneficio (codicia), la competitividad (insolidaridad), la libertad de movimiento del dinero (desregulación) y la supuesta libertad de mercado (ley del embudo con la parte estrecha apuntando a los más débiles), estaban condenados a perder la partida.
Y hoy, sólo puedes ganarla si te cambias la chaqueta y te subes al carro de los vencedores.
Aunque eso, además de antiestético, tiene el inconveniente de que el ciudadano, tarde o temprano, te pasa  factura.
De eso es de lo que, entre otras cosas, habla esta segunda entrega de la conferencia, o discurso, de Julio Anguita del pasado día 9 de marzo en el Ateneo de Madrid.  
Tal y como digo, estoy de acuerdo. Todos hemos perdido la guerra de la “socialdemocracia de la tercera vía”.
Esa auspiciada por señores como Gerhard Schröder, Tony Blair y nuestro José Luis Rodríguez Zapatero.
Señores que, méritos y aciertos aparte, que justo es reconocer que algunos tuvieron, no han dejado un legado político especialmente "presentable".
El primero, promovió en Alemania los salarios de 400 €/mensuales (sin seguridad social, ni derecho a sanidad ni desempleo) que “disfrutan” 7.000.000 de alemanes, metió a su país en la invasión de Afganistán, aumentó la edad de jubilación de los alemanes y, finalmente, tras perder las elecciones en 2005, se puso a sueldo de un conglomerado empresarial ruso-alemán, medioambiental y geoestratégicamente cuestionado (gasoducto Nord Stream)
El segundo, tras meter también a su país en la invasión de Afganistán, autorizó a George Bush a invadir de Irak, y en la actualidad, en los ratos libres que le deja su trabajo de asesoría a diversas empresas energéticas y fondos de inversión árabes, trabaja para el sionismo más ultramontano del gobierno de Israel, disfrazado de enviado especial (mediador) de la Unión Europea en Oriente Medio.
Y, finalmente, nuestro Sr. Rodríguez Zapatero, que a todos nos esperanzó con aquello de “yo no voy a cambiar”, tras un primer mandato de avances, tímidos (pero avances al fin), en materia social, sin molestar a la iglesia, ni a la banca, ni al ladrillo, se cayó del caballo cual Saulo camino de Damasco la noche del 9 de mayo de 2010, e inició una penitencia de genuflexiones ante los mercados que nos ha dejado a todos con las rodillas destrozadas, la Constitución rota y mal remendada y el país a las órdenes de la cancillera Mérkel, el Banco Central Europeo y Goldman Sachs.
Eso además de dejarle hecho a la Derecha el trabajo sucio de congelar pensiones, bajar sueldos y otras “reformas” que hoy vamos degustando.
Triste escenario.
El único consuelo es que, como para algunos “esa” no era la guerra que pretendíamos librar, solo tenemos que continuar peleando en “la nuestra”, aunque de momento vayamos perdiendo batalla tras batalla.
Saludos.       

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