4/4/12

Con el debido respeto

Lo digo por mis muchos y buenos amigos, militantes o simpatizantes del PSOE que, en los últimos tiempos, se acaloran con más intensidad y frecuencia de lo que sería recomendable cada vez que uno reprocha o recuerda alguna de las actuaciones u omisiones del gobierno de D. José Luis Rodríguez Zapatero.

 Sintiéndolo mucho me parece necesario ahondar en el análisis sobre las razones que han llevado a la Socialdemocracia europea (tan prudente y tan mansa) a perder, no ya el poder, sino, lo que es verdaderamente grave, la credibilidad entre los ciudadanos.
Y es necesario porque mucho me temo que algunos se empecinan en volver echarse al ruedo con el mismo bagaje ideológico y las mismas estrategias que les han convertido (nos han convertido a todos, por contagio) en políticamente irrelevantes y perfectamente prescindibles en la toma de las decisiones que afectan a la mayoría de la población.
Vengo intuyendo una especie de “ruido de sables” de los mosqueteros mediáticos de la socialdemocracia española, cobijados en gran parte bajo la manta del grupo Prisa.
Me apena y preocupa que algún periodista tan solvente, tan inteligente y tan honesto (al menos para mí) como lo es Doña Soledad Gallego Díaz, se descolgara el pasado domingo en el diario el País con una oda a la “socialdemocracia de perfil bajo” que entrañaba una cierta regañina a los ilusos
“Lo que parece bastante claro es que son muy pocos los socialdemócratas europeos que defienden una “vuelta atrás” y un abandono de lo que se llamó la Tercera Vía, de Tony Blair, o la Neue Mitte, de Gerhard Schröder. “Cada vez que hemos pensado que la solución estaba en lo que llaman ‘un regreso a los principios’, nos hemos quedado veinte años en la oposición”, comenta, con ironía, un exministro socialista español.”
“No hay ninguna base a la que volver ni principios eternos que cuidar”, escribe el ministro de Asuntos Exteriores australiano, el laborista Bob Carr. La debacle de Wall Street, asegura, no ha provocado una nueva fe en la socialdemocracia, pero lo cierto es que, en la mayoría de las ocasiones improvisando y casi por intuición, esa socialdemocracia ha logrado frenar las mayores desigualdades. “Dejemos de pensar en grandes ideas”, propone, y dediquémonos a resolver los problemas cotidianos de la gente. “Ese es un buen camino”.   

La verdad es que, con la que está cayendo, me parece notable el cuajo y la comprensión con la que algunos valoran el saqueo de Derechos, Esperanzas y bienes materiales que los llamados “mercados” llevan realizando en la vieja Europa y gran parte del planeta desde hace aproximadamente treinta años y cuyo crescendo estamos viviendo en éstos últimos tres.
Ignoro si tanta complacencia y falta de ambición derivan de la necesidad de no morder la mano que “da de comer” (a algunos, como a D. Juan Luis Cebrián hasta 8,2 millones de Euros el año pasado, según tengo entendido) o, simplemente, la obligación de atender los deseos del “amo” que, por lo que sé, en el Grupo PRISA en la actualidad es fundamentalmente un fondo de inversión extranjero que ha facilitado la financiación necesaria para su supervivencia y no parece demasiado proclive a aventuras ideológicas (salvo las “de Derechas”, que son las suyas) .
Ignoro lo que esté pasando; pero lo cierto es que en los últimos días proliferan los cantos a la socialdemocracia “modosita” y discreta que, en opinión de algunos, y como afirmaba hace tiempo un amigo mío, “es necesaria de cuando en cuando para redistribuir la riqueza. Que, no nos engañemos, la crea la derecha”.
Quizá, visto el estropicio y la crueldad con que nos está tratando el “capitalismo compasivo” del Sr. Bush y ante el descredito del “sistema” que nos ha convertido en anticapitalistas convencidos a los más acomodaticios y pacíficos aspirantes a burgueses, algunos teman que los electores, como ya han hecho en las dos últimas convocatorias, les den la espalda a beneficio de otros planteamientos algo más radicales, tanto fuera de sus propios partidos (estoy hablando a nivel europeo) como, sobre todo, entre sus propias filas de militantes y cuadros medios.
Personalmente he llegado a la conclusión de que el denominado “sistema de libre mercado” que no es tal sino “la ley del más fuerte”, no puede andar suelto sin bozal ya que se trata de un depredador implacable que no conoce los límites y por tanto o directamente le sacrificamos (lo sustituimos), o le ponemos un bozal de acero, le limamos las garras y le atamos corto.
Y ese menester, a mi modo de ver no puede realizarse con paños calientes, ni medias tintas.
Eso es lo que pienso. 
Y por eso me preocupan los llamamientos a la moderación en mitad de esta escabechina social y política.         
Saludos.

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