Y el problema, que cuanto más tiempo pase, más caro nos saldrá el “rescate”.
Porque lo que finalmente pasará no es que el sistema financiero no será capaz de “rescatar” a los países, sino que, después de hundirlos, será incapaz de mantener su propia mentira y no tendrá más remedio que mostrar su propia desnudez, reconocer que la “caja está vacía” y ser nuevamente rescatado a costa de nuestro bolsillos.
¡Increíble!, . . . ¡después de todo lo que han robado! (esa es la palabra).
Pues sí, efectivamente han robado y mucho, pero el desastre era mucho mayor de lo que nos contaron y, además se han ocupado de que la mayor parte de los dineros que se les dieron (que se les dan) para tapar el agujero, vaya a manos de los sumos sacerdotes y la caja vuelve a estar vacía.
Los fondos de inversión quebrarán, o le dirán a usted y a mí, que las cosas fueron mal y el dinero se mermó (o se evaporó) igual que hicieron con los papelitos de “Lehman Brothers”.
Pero “ellos”, los más listos cuyo “talento” justifica sus increíbles “sueldos”, ya se habrán ocupado de cobrar su parte antes de presentar las cuentas.
Lo que se dice en este artículo es lo que dictan el sentido común y muchas personas bastante entendidas y razonablemente honestas.
La cuestión es, como ha dicho recientemente Noam Chomsky, ¿hasta cuándo? “Al triturar los restos de la democracia política, las instituciones financieras están sentando las bases para hacer avanzar aún más este proceso letal ... en tanto sus víctimas estén dispuestas a sufrirlo en silencio”.
Saludos.
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